En vísperas del Congreso del Partido Popular que elegirá a su próximo presidente, nos hemos quedado con las ganas de asistir a un debate de ideas entre los candidatos para saber qué propuesta cultural y política representa cada uno de ellos para el futuro del centro-derecha en los próximos años.

Habría sido interesante conocer la postura de ambos candidatos ante las políticas de ingeniería social que pretende llevar a cabo el Gobierno de Sánchez, cuál es su visión sobre el futuro de nuestro sistema de bienestar, sobre el desafío de las migraciones y sobre nuestro maltrecho sistema educativo. Es obvio que tanto Casado como Santamaría defienden sin fisuras la unidad de España y las libertades consagradas por la Constitución, pero más allá de este principio fundamental es importante conocer cómo se plasma esa defensa en el momento concreto en que nos encontramos, con el desafío secesionista encima de la mesa y una nebulosa propuesta de reforma constitucional por parte de Pedro Sánchez.

El Partido Popular consiguió ser la expresión política de un amplio sector de la sociedad española al integrar a las distintas tradiciones del centro-derecha europeo: liberales, conservadores y democristianos. El problema es que sus señas de identidad se han ido desdibujando, dando paso a una visión demasiado tecnocrática de la política. La reconstrucción no consiste sólo en un cambio de rostros, sino en la recuperación de esos valores y su proyección hacia el futuro.