Las dos grandes formaciones políticas alemanas, el centro derecha de Ángela Merkel y la socialdemocracia de Martin Schulz, han llegado a un acuerdo para formar una gran coalición que gobierne ese país, y en no menor medida, contribuya a la estabilidad europea. El fin de este período de inestabilidad tendrá un efecto benéfico para toda Europa, cuyas instituciones estaban esperando a que se produjera el acuerdo para poner en marcha la batería de medidas con las que se quiere relanzar la Unión.

Hasta llegar a la decisión del reparto de carteras, una vez salvadas las dificultades en política laboral y sanitaria, han sido importantes las cesiones y la voluntad de alcanzar acuerdos que hicieran posible que la locomotora de Europa volviese a tener un rumbo claro. El pacto contempla una importante inversión millonaria en políticas sociales y educativas, especialmente en lo que se refiere a apoyar a las familias, ante el problema demográfico que atraviesa Alemania. También hay consenso respecto al cupo de inmigrantes que serán acogidos y sobre el delicado asunto de la reunificación familiar, ambos aspectos polémicos debido al clima de reticencia social y a la presión del populismo.

Democristianos y socialdemócratas han dado una lección de responsabilidad y patriotismo. Ahora hace falta gobernar sin perder la interlocución social, de modo que los populistas no puedan seguir sembrando sus falacias.