El Gobierno formado por Pedro Sánchez tiene vocación de durar hasta que se agote la legislatura, lo cual quiere decir que hemos entrado en una larga campaña electoral. Se va a dar una circunstancia singular en este período de casi dos años: que no le será necesario a Sánchez cosechar triunfos en el campo legislativo. Le bastará con apuntar objetivos que queden en la memoria del electorado como una meta a alcanzar después de unas elecciones que aspira a ganar.

Aunque este nuevo Gobierno parece sólido en el campo económico, no puede obviarse su sesgo ideológico disfrazado con el eufemismo de “modernista”. Lo vamos a comprobar pronto cuando se debata el proyecto de ley ya presentado por el Partido socialista destinado a introducir la eutanasia activa como un nuevo derecho. Será interesante ver cómo afronta el gobierno Sánchez la cuestión educativa: recordemos que los socialistas se habían levantado de la mesa del Pacto educativo y que parece prisioneros de tópicos laicistas. Otro banco de pruebas se refiere a las políticas sobre la familia, de las que apenas se vislumbra rastro.

De momento cabe desear a Sánchez que acierte en los temas que más importan a la ciudadanía, y a la oposición liberal-conservadora la capacidad de ofrecer alternativas inteligentes.