El 1 de julio 89 millones de mexicanos elegirán al Presidente de la República, así como a diputados y senadores, regidores municipales, alcaldes, gobernadores, y al jefe de gobierno de la Ciudad de México. Ha sido una campaña larga y especialmente violenta. Las cifras oficiales hablan de 120 políticos asesinados, a los que se suma una larga lista de periodistas y varios sacerdotes, amén de los cientos de ciudadanos víctimas de la violencia practicada por el narco y los numerosos grupos criminales que operan en el país. La corrupción y la violencia son el peor de los maridajes de la política mexicana. Y ambos, lejos de haber sido atajados, no han hecho más que crecer desde que en julio de 2012 Enrique Peña Nieto llevara de nuevo al PRI a la Presidencia de la República.

Los candidatos con posibilidades de acceder a residencia de Los Pinos son Andrés López Obrador, por MORENA; Ricardo Anaya, por el PAN-PRD, y José Antonio Meade, por el PRI. Las encuestas dicen que esta vez, después de dos intentos previos, López Obrador tiene muchas papeletas para convertirse en Presidente. Los jóvenes, que en un total de 12 millones votarán el domingo por primera vez, son inmunes a las descalificaciones sobre el candidato de MORENA. Un dato al que se suma el hartazgo de los millones de mexicanos sumidos en un estado de inseguridad permanente. Hoy se cierra definitivamente la campaña. Esperemos que hasta el domingo reine la tranquilidad. Gane quien gane, México merece un cambio de ciclo.