La renovación de la cúpula de RTVE se ha convertido en un dolor de cabeza para el Gobierno y deja expuestas las contradicciones y debilidades de sus acuerdos con Podemos y los partidos nacionalistas. Tras la operación fallida de nombrar a un nuevo Consejo por el error de dos diputados y la ausencia de otros dos, el Gobierno propone ahora a Rosa María Mateo como administradora única provisional. No le falta pedigrí a esta periodista, pero los procedimientos hacen dudar de cuáles son las verdaderas intenciones de Pedro Sánchez.

La despolitización de RTVE es una asignatura pendiente tras 40 años de democracia, un debate en el que es urgente incluir al resto de corporaciones públicas, comenzando por TV3 y su lamentable apoyo al independentismo catalán. Es necesario fijar claramente cuáles es el papel de los medios de comunicación públicos y su modelo de financiación. Importante es también establecer mecanismos de representación que reflejen la pluralidad política, salvaguarden la independencia profesional y permitan una representación adecuada de la sociedad civil. Ejemplos como la ARD alemana o la BBC británica pueden servir de inspiración, pero resulta grotesco pretender avanzar en esa dirección sin el consenso de los principales partidos, y hacerlo en cambio de la mano de quienes siguen en las comunidades donde gobiernan modelos propios, más bien, de Corea del Norte