El nuevo presidente del PP, Pablo Casado, ha asegurado en Herrera en COPE que quiere hacer una política de las ideas y no de las etiquetas. Ya hay medios de comunicación empeñados en colgarle un sambenito de hombre poco centrado, y Podemos le ha calificado de forma grotesca como de “extrema derecha”.

Casado ha defendido una política a favor de la vida, de la familia y la integridad territorial de España tal y como está definida en nuestra Constitución. Hacer políticas a favor de la familia no es de derechas ni de izquierdas, es de sentido común. Nuestro país tiene una bajísima tasa de natalidad. Un problema que en otros países, como Suecia o Francia, se ha superado ayudando a los que quieren tener hijos.

La decisión de tener hijos en España ha sido considerada políticamente como un fenómeno privado ante el que el Estado debía ser neutral. Ese modo de entender las cosas tiene muy poco de progresista y responde a viejos complejos. La familia, como hemos visto durante la crisis, es un recurso social indispensable, fuente de cohesión y de una solidaridad elemental. Todos sabemos cuál sería el coste de la no-familia, y es hipócrita rasgarse las vestiduras porque un político prometa que intentará que no esté maltratada. Necesitamos menos etiquetas y más debate real.