Un buque oceanográfico, que opera con el nombre de “Ángeles Alvariño”, sigue rastreando a esta hora la costa de Tenerife. El círculo de búsqueda se centra en la misma zona donde fue localizado el cuerpo sin vida de Olivia, la niña de seis años de la que no se sabía nada desde hace 45 días. Con la ayuda de un radar de barrido lateral y un robot marino, el buque trata de encontrar ahora a su hermana Anna de un año. También al padre, acusado del rapto y del asesinato de las pequeñas.

Era una de las hipótesis con las que la Guardia Civil ha trabajado desde el minuto uno. La amenaza del padre era clara y, finalmente, se ha comprobado que la ha cumplido. Beatriz, la madre de las pequeñas había mantenido un hilo de esperanza confiando en que el padre hubiera secuestrado a las hijas para esconderlas y hacerlas sufrir. Los pensamientos del padre han sido mucho más crueles.

Al margen de los detalles sobre cómo ha perpetrado Tomás Gimeno el crimen, hay un aspecto que da cuenta de las macabras intenciones del padre. No sólo acabó con la vida de las hijas, como apuntan todos los indicios. Mucho peor. Trató de esconderlas en lugar donde pensó que nadie las podía encontrar para alargar la agonía de la madre. Se lo ha contado a Herrera en COPE, el portavoz de la familia, Joaquín Amils, de SOS desaparecidos: “Ha querido hacer tanto dolor, porque tirarlas a una fosa de 1000 metros. Él nunca pensó que habría un barco con un robot que los encontraría. Yo creo que él quiso alargar el dolor de Beatriz, el dolor de todos los seres queridos a la eternidad”.

El dolor de una madre, de Beatriz, de una familia que sigue esperando noticias de ese buque Ángeles Alvariño. Los profesionales que trabajan en el dispositivo no son ajenos a la tragedia. Estamos hablando de menores de 1 y 6 años. Que podían ser mis hijas, las tuyas o las de los agentes que tuvieron que trasladar el primer cadáver encontrado. Esto tiene un componente emocional muy alto como ha contado el que fuera jefe del grupo de actividades subacuáticas de la Guardia Civil, Juan Ortega Machín: “Nosotros, como cualquier profesional que esté trabajando de cara a la muerte muchas veces, estamos parapetados detrás de una gran coraza. Pero hay cosas que nos superan y nos vinculan emocionalmente a la situación, y esta es una de ellas”.

Y en un día en el que a todos se nos encoge el corazón, tenemos buenas noticias. Ahora mismo, no hay ningún país europeo que esté en riesgo extremo por coronavirus. Ninguno tiene una incidencia superior a 250 casos por cada 100.000 habitantes. En España estamos a punto de situarnos por debajo de los 100 casos y esto es gracias a la vacunación. En toda Europa 149 millones de personas ya están vacunadas completamente. En nuestro caso, 1 de cada 4 españoles ha recibido la pauta completa de la vacuna contra el coronavirus y eso es un motivo para celebrar, en un día para no muchas celebraciones.