Sílvio Gomes es un conductor de autobús que realiza habitualmente su ruta por la Zona Oeste de la ciudad Río de Janeiro. Ese día, conduce con el autobús repleto, como siempre en una zona tan poblada, muy cerca de la zona de Transolímpica. 

De repente, sin dar ninguna explicación, se aparta del camino y para el autobús justo al lado de la carretera. Había visto algo. Aparca y se baja del vehículo corriendo, ante la sorpresa de los pasajeros, que no daban crédito a lo que estaba sucediendo y que grabaron en vídeo el momento.

Sílvio ha explicado en los medio brassileños por qué detuvo el autobús "Salí de la estación de Magalhâes Bastos y vi, entre las brechas de cemento, que el perro estaba abandonado. Fui hacia la Vila Militar y cuando volví, el perro estaba en el arcén, asustado. Allí, cerca de la estación, di la vuelta y el perrito estaba con miedo. Pensé que tenía que ayudar. Decidí parar el autobús e intentar salvarlo. Es una vida".

Cuando le contó la historia a su esposa, ella le echó la bronca por no haberse quedado con el perrito. Él le contó que lo había entregado a una perrera para que recibiera los cuidados necesarios. Unos días después, el perrito y su salvador se reencontraron en una entrevista en la televisión brasileña. Fue entonces cuando Sílvio tomó una decisión: adoptarlo.

"Ya he pensado cómo se va a llamar", ha explicado Sílvio. El nombre elegido es Olímpicos, en honor a la zona de la ciudad brasileña en la que Sílvio y Olímpicos cruzaron sus caminos por primera vez.