El diestro madrileño Fernando Robleño saludó la única ovación e hizo lo más destacado en la exigente corrida de Raso del Portillo celebrada este domingo en la ciudad francesa de Ceret, y en la que tanto Gómez del Pilar como el local Maxime Solera vieron silenciadas sus respectivas faenas.

Robleño demostró una vez más que la veteranía en este tipo de gestas es un grado. El madrileño protagonizó una actuación de oficio, de sobrada capacidad y suficiencia durante la tarde, con un primero de corrida que tuvo prontitud y movilidad aunque no acabara de entregarse en ningún momento. Robleño solventó la papeleta con gallardía aunque perdió premio por culpa de la espada.

El cuarto, al que toreó con enjundia a la verónica, fue un barrabás en la muleta. Frenado, mirón y sabiendo, además, lo que de se dejaba atrás, el de Raso del Portillo fue una dura prueba, para Robleño, curtido en mil y una batallas como esta, anduvo muy firme y capaz con él, aunque volviera a echarlo todo a perder con la tizona.

Gómez del Pilar puede decirse con es un alumno aventajado en estas lides, pues, a pesar de su juventud, se está forjando a hierro con estas ganaderías "toristas", lo que le permitió justificarse sobradamente con un dos toros -segundo y quinto- muy difíciles por reservones y orientados.

A Maxime Solera se le notó demasiado su bisoñez (era su segunda corrida de toros) para no aprovechar convenientemente al tercero, que fue muy bravo en varas, y tuvo tranmisión en la muleta. EL francés, todo voluntad, sin embargo, le faltó oficio para resolver e imponerse al ritmo del astado, que fue el que marcó la pauta de toda la faena. Mal con los aceros, fue silenciado.

El sexto tuvo un principio de faena que hizo albergar también ciertas esperanzas, aunque pronto comenzaría a perder fuelle. Mientras duró, Solera le pegó alguno suelto dentro de un conjunto que tampoco fue a ninguna parte, esta vez por lo rápido que se apagó el de Raso del Portillo.

FICHA DEL FESTEJO.- Seis toros de Raso del Portillo, muy bien presentados, serios por delante y con cuajo, bravos en los primeros tercios pero desarrollando complicaciones en el último tercio. El mejor, el bravo tercero, y fueron toreables también, aunque en menor medida, primero y sexto.

Fernando Robleño, ovación y silencio.

Gómez del Pilar, silencio y silencio tras aviso.

Maxime Solera, silencio tras aviso y silencio.

La plaza llenó prácticamente todo el aforo permitido.