El magnífico toreo de Miguel Ángel Perera y la entrega de Juan Leal triunfan en Albacete

Julio César Sánchez

Una magnífica faena con la firma de Miguel Ángel Perera y una entregada actuación del francés Juan Leal le sirvieron a ambos para salir este martes a hombros por la Puerta Grande en el quinto festejo de la feria de Albacete.

Bajó ligeramente la afluencia de público para presenciar esta quinta de feria en la que toreros de la parte templada del escalafón se enfrentaron a una descastada corrida de La Palmosilla, en la que tan solo un toro tuvo casta, entrega y calidad.

A Miguel Ángel Perera le tocó enfrentarse en primer lugar a un desrazado y huidizo ejemplar ante el que poco pudo sacar en claro.

Sin embargo se desquitó en el enclasado cuarto, el único toro que ofreció calidad en sus embestidas pero al que un trato indebido habría tirado por la arena, porque no le sobraban las fuerzas.

El extremeño instrumentó una faena de planteamiento perfecto en cuanto a distancias, alturas y trazo del muletazo, construyendo un trasteo de menos a más, primero basado en la mano derecha, que continuó con un magnífico toreo al natural, largo y deletreado, y que contó con el epílogo por luquesinas, y la firma de una estocada cal primer intento que le valió las dos orejas del buen ejemplar de La Palmosilla. Y la puerta grande de Albacete abierta de par en par.

El segundo careció de chispa en sus acometidas, tanto a la hora de embestir al capote en el recibo como en el peto, y continuó en esa tónica en el último tercio.

Fue la garra de Juan Leal la que logró meter a los tendidos en la faena con su ya clásico inicio cambiado por la espalda en los medios. Las fases de mayor templanza llegaron por el pitón derecho y las de mayor emoción en el arrimón final; tanto que, después de dejar una defectuosa estocada, se le pidió, y concedió, una oreja.

En el quinto se repitió el mismo patrón, aunque en este caso el de La Palmosilla tuvo menos raza todavía. Topó soltando la cara con aire desganado, por lo que Leal optó por el tremendismo en un nuevo arrimón dejándose llegar los pitones al mismo pecho, sobrecogiendo al público. Culminó faena de una efectiva estocada, paseando una oreja en pago a un arrimón, porque el toreo resultó misión imposible.

El tercero tuvo nobleza y sosería en proporciones notables. Ginés Marín lo pasó con corrección en varias series de derechazos, y con algo más de enjundia al natural, sin que el trasteo tomara verdadero vuelo. El sexto fue un mulo ante el que nada pudo hacer el extremeño.

FICHA DEL FESTEJO

Seis toros de La Palmosilla, bien presentados. Primero manso. Segundo y tercero nobles y faltos de emoción. De gran calidad el cuarto. Desrazados quinto y sexto.

Miguel Ángel Perera, de verde botella y azabache: estocada algo perpendicular (palmas); estocada (dos orejas).

Juan Leal, de rosa chicle y oro: estocada caída (oreja); estocada desprendida (oreja tras aviso).

Ginés Marín, de caldero y oro: pinchazo y casi entera tendida y desprendida (ovación tras aviso); media y descabello (silencio).

La plaza registró media entrada en los tendidos.