PERFIL
Dámaso, de las capeas a la gloria
Nuestro compañero de COPE Albacete, Lorenzo del Rey, recuerda la figura de Dámaso González.
COPE AlbaceteLorenzo del Rey
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Actualizado 27 ago 2017
Cuando no sólo la ciudad de Albacete sino todo el mundo del toro sigue conmocionado por la triste noticia del fallecimiento de uno de los toreros más grandes de la historia de la Tauromaquia, son miles los mensajes de condolencia y pésame para toda la familia del Maestro.
Se ha ido uno de los últimos toreros forjados en el sol de las capeas, de los diestros rurales, conocedores del toro y poseedor de una técnica admirable bendecida con la virtud del temple como signo distintivo. Pero temple ante toros bravos de imponente presencia y alzada muy superior a la de Dámaso pero, como bien sabemos, eso no era óbice para que finalmente terminasen hipnotizados ante su prodigioso manejo de la muleta.
Y es que el torero de la calle Cruz ha dejado un vacío que jamás podrá llenarse. No volveremos a ver al Maestro pasear por el Altozano, ni conduciendo por las calles, ni recibiendo un brindis prácticamente todos los días que hubiese toros en nuestra plaza. Ni asistiendo a toda charla o coloquio allá donde se anunciase. Pero, ¿de dónde viene tanta grandeza y torería? ¿Por qué la figura de Dámaso ha gozado siempre de tanto prestigio además de en el Toreo, en el resto de la sociedad civil?
Aparte de sus 1373 paseíllos. Sí, 1373, de sus puertas grandes, de sus faenas memorables, de sus tardes históricas, a Dámaso se le recordará por ser uno de los protectores de Asprona y el “Cotolengo”, porque siempre ha encarnado los valores de la Fiesta más universales, esto es, la solidaridad, la iniciativa, la generosidad, la humildad y el estar siempre dispuesto a echar una mano a quien más lo necesitase. Las futuras generaciones han perdido un buen espejo donde mirarse y aprender mucho y todo bueno.
El año pasado, con motivo de su elección como pregonero de la Feria taurina, desde COPE Albacete hablamos con él, y con esa sencillez y humildad tan suyas, nos contó que siempre se consideraba uno más de los que andaban por las aceras de Albacete, que siempre le gustó su profesión y que nunca había buscado algo para resaltar.
Pues esa muestra, ese botón, nos indicaba con claridad meridiana cómo era el resto del traje. Dámaso González, uno de los diez toreros más importantes de la Fiesta, que ya forma parte de la gloria, esa gloria que alcanzó pero a la que nunca le dio importancia. Por eso no habrá otro como él. ¡Grande, Torero!
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