¿Cuántas veces hemos tenido que tomar decisiones precipitadas e imprudentes? Seguramente muchas veces a lo largo de nuestra vida. Algunas tomando la decisión correcta, otras tomando decisiones equivocadas, pero todas ellas se han tratado de elecciones tomadas sin pensárnoslo.

La tendencia a tomar decisiones precipitadas tiene un porqué, y su respuesta no es otra que la disminución en la actividad del receptor de la dopamina y la posterior liberación de dicho neurotransmisor, presente en todas las respuestas nerviosas que se encuentran relacionadas con la expresión de las emociones, hacia el cerebro. Así lo constata un artículo publicado en la revista Science que fue elaborado por un grupo de investigadores de la Universidad Vanderbilt, una universidad norteamericana situada en la ciudad de Nashville, la capital del estado de Tennesse.

La dopamina se ha relacionado durante mucho tiempo con la impulsividad. Un grupo de científicos escanearon los cerebros de 32 voluntarios mientras ingerían una anfetamina, para observar la correlación entre los niveles de dopamina y el comportamiento humano impulsivo. Los datos mostraron que los individuos altamente impulsivos mostraban una menor actividad en el receptor D2, pero una mayor liberación de dopamina en respuesta al estímulo.

A estas investigaciones, se les suma la del estudio dirigido por el psicólogo experimental y neurocientífico, Joshua W. Buckholtz, que junto a otros 12 compañeros, descubrieron que las diferencias individuales en la disponibilidad del auto-receptor de dopamina D2 en una persona pueden ayudar a predecir la expresión de su comportamiento impulsivo.