La nueva valla fronteriza que se está construyendo en Melilla ya alcanza los 10 metros de altura en algún tramo, coronada por los tubos metálicos antitrepado que sustituyen a las antiguas concertinas.

Según ha podido comprobar Efe, un tramo de decenas de metros entre el paso fronterizo de Beni-Enzar y el Dique Sur, en un extremo de la playa de la ciudad autónoma, ya está prácticamente finalizado y alcanza la altura máxima programada para la nueva valla.

Se trata de una estructura de metal con barrotes en la parte inferior, una parte central opaca, otra de rejilla encima y unos tubos colocados a lo largo de toda la valla en la parte superior, con los que se pretende evitar que los migrantes pasen de un lado al otro.

De esta manera, en los tramos más vulnerables se eleva de 6 a 10 metros la altura como alternativa a las concertinas, cuya retirada fue una promesa del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska.

Este nuevo diseño de la valla también se ha comenzado a instalar en algunos tramos de la de Ceuta, después de que en diciembre de 2019 se empezaran a retirar las concertinas de la frontera ceutí.

El Ministerio del Interior anunció en noviembre de ese año que comenzaría a quitar las concertinas de las dos ciudades autónomas, que en las obras se invertirían 18 millones de euros (9,5 de ellos en Melilla) y que se sustituirían por otros elementos "más seguros y menos lesivos".

Los eurodiputados de IU Sira Rego y Manu Pineda han visitado este miércoles otro tramo de la valla a continuación de donde se está construyendo la citada zona más alta.

Concretamente, han podido ver de primera mano una parte nueva de 6 metros de altura que desemboca en el mar en el Dique Sur, compuesta por una rejilla de color blanco coronada por una estructura de barrotes combados hacia el lado marroquí, conocida como peine invertido.

"Cualquier persona que tenga un mínimo de sensibilidad solo se puede sentir conmocionada al ver la valla", que "blinda todavía más Melilla porque es más alta", ha dicho Rego, para quien "las personas migrantes dejarán de rasgarse y mutilarse al saltar, pero corren el peligro de caer al suelo desde una altura de 10 metros".

"No compartimos el modelo de levantar muros y vallas. Militarizar nunca puede ser la solución. Los recursos que se destinan a seguir ampliando las vallas y los muros deberían utilizarse para promover una política de acogida y acompañamiento de las personas migrantes", ha opinado tras visitar ese nuevo tramo junto al mar.

En el último asalto masivo a la valla de Melilla, el pasado 20 de agosto, entraron 30 emigrantes subsaharianos de los 300 que lo intentaron. Uno murió y otros 8 resultaron heridos, mientras que 3 guardias civiles sufrieron lesiones.

Se trata del segundo desde el cierre fronterizo con Marruecos a raíz de la covid, después de que otros 55 inmigrantes accedieran el pasado 6 de abril en un intento protagonizado por 260. EFE

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