Un paraíso devorado por el plástico (y lo he comprobado con mis propios ojos)
Tailandia se enfrenta a un verdadero reto medioambiental. Hasta las playas salvajes de sus islas llegan cada día miles de restos plásticos.
José Ángel Cuadrado Roca / @cuadrado_roca
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Actualizado 16:39
Koh Kood es la 4 isla más grande de Tailandia. Tiene 25 kilómetros de largo y 12 km de ancho y se sitúa en la provincia de Trat, la Tailandia oriental y cercana a Camboya. En sus tierras viven poco más de 2.000 personas según los últimos datos que se recabaron hace ya 12 años, en 2007.
Sus playas son lo más parecido a lo que en mi mente tenía como paraíso terrenal. De arenas blancas y finas, las aguas son transparentes y con un ligero color verdoso parecido al agua marina. Y en las orillas descansan unas imponentes y preciosas palmeras -de las de los cocos- que se mezclan con plantas autóctonas que crecen al albor de un clima tropical. Ante esta belleza natural es un pecado que se produzca un escenario como el que os detallo a continuación y que os muestro en varias fotografías. Visité tres playas en mi recorrido por la isla. La primera de las playas que pisé, la que daba a mi hotel, estaba impecable.
Las otras dos, sin embargo, las más alejadas de los resorts y las que menos tránsito de turistas tienen, las más salvajes, paradójicamente sorprendían. El contraste es brutal. Si miras hacia el horizonte, descubres una de las vistas más impresionantes del mundo. No tengo duda. Belleza natural en estado puro. Sin embargo, si echas la vista atrás, hacia la orilla, el panorama es preocupante. Botellas de plástico, bolsas, envases, chanclas, tapones, mecheros y algún resto más de basura.
¿Quién y dónde se genera esa basura?
La pregunta que me planteé fue: ¿es basura que generan los turistas y los ciudadanos de la isla o son restos que empujan las mareas? La respuesta no os la puedo asegurar pero me atrevería a decir que un elevado porcentaje no sale de la isla. Sobre todo teniendo en cuenta la gran cantidad de botellas de plástico y de envases que vi flotando en el mar a kilómetros de la isla. Basura que se genera a distancia de este paraíso, que se vierte en el mar y que las corrientes depositan en sus playas. Imagino que sucederá algo parecido en islas más populares y más visitadas como Koh Samui o Phuket.
Otro de los datos que me apunta hacia esta dirección es el consumo endiablado que, por ejemplo, en la capital del país se hace del agua embotellada. En Bangkok donde conviven 12 millones de personas no debes beber agua del grifo. Me lo advirtieron nada más llegar al hotel y me lo repitieron en varias ocasiones. La conclusión es que, sin otro recurso del que tirar, yo mismo abría cada día unas 10 botellas que, como imaginaréis, era de un sólo uso. Multiplicad esta cantidad por toda la gente que vive tan sólo en Bangkok. La realidad asusta.
Falta de debate: ¿llegará tarde?
Aunque lo más preocupante no es sólo esto. Lo que más me inquieta es que no tuve la sensación de que en Tailandia exista el debate que sí tenemos aquí. Ese debate que, al menos, nos ha hecho plantearnos nuestro modelo de envases y de consumo. ¿Se darán cuenta a tiempo de que no se puede seguir por esa línea? Espero que, por el bien, de este mundo globalizado y conectado por las corrientes de los océanos así sea. Y que no lleguen tarde.
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