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Nuevas simulaciones sugieren que Venus nunca tuvo océanos

Europa Press

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 18:51

Astrofísicos suizos ha investigado si Venus tuvo periodos más favorables para la vida y sus resultados, publicados en la revista 'Nature', sugieren que no es así.

El planeta Venus puede considerarse gemelo de la Tierra ya que, a primera vista, tiene una masa y un tamaño comparables a los de nuestro planeta, está formado mayoritariamente por material rocoso, contiene algo de agua y tiene una atmósfera. Pero una mirada más atenta revela grandes diferencias entre ambos: La espesa atmósfera de CO2 de Venus, la temperatura y la presión extremas de la superficie y las nubes de ácido sulfúrico contrastan con las condiciones necesarias para la vida en la Tierra.

Sin embargo, podría ser esto no haya sido siempre así. Estudios anteriores han sugerido que Venus podría haber sido un lugar mucho más hospitalario en el pasado, con sus propios océanos de agua líquida. Pero los astrofísicos suizos acaban de concluir lo contrario.

Venus se ha convertido recientemente en un importante tema de investigación para los astrofísicos. La ESA y la NASA han decidido este año enviar nada menos que tres misiones de exploración espacial durante la próxima década al segundo planeta más cercano al Sol. Una de las preguntas clave a las que pretenden dar respuesta estas misiones es si Venus albergó alguna vez océanos primitivos.

Los astrofísicos dirigidos por Martin Turbet, investigador del Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias de la UNIGE (Universidad de Ginebra) y miembro del NCCR PlanetS (National Centre of Competence in Research PlanetS) helvético, han intentado responder a esta pregunta con las herramientas disponibles en la Tierra.

"Simulamos el clima de la Tierra y de Venus al principio de su evolución, hace más de cuatro mil millones de años, cuando la superficie de los planetas aún estaba fundida --explica en un comunicado--. Las altas temperaturas asociadas significaban que cualquier agua habría estado presente en forma de vapor, como en una gigantesca olla a presión".

Utilizando sofisticados modelos tridimensionales de la atmósfera, similares a los que los científicos utilizan para simular el clima actual de la Tierra y su evolución futura, el equipo estudió cómo evolucionarían las atmósferas de los dos planetas con el tiempo y si podrían formarse océanos en el proceso.

"Gracias a nuestras simulaciones, pudimos demostrar que las condiciones climáticas no permitían la condensación del vapor de agua en la atmósfera de Venus", continúa Turbet. Esto significa que las temperaturas nunca fueron lo suficientemente bajas como para que el agua de su atmósfera formara gotas de lluvia que pudieran caer sobre su superficie. En cambio, el agua permaneció como un gas en la atmósfera y nunca se formaron océanos.

"Una de las principales razones de esto son las nubes que se forman preferentemente en el lado nocturno del planeta. Estas nubes provocan un efecto invernadero muy potente que impidió que Venus se enfriara tan rápidamente como se pensaba", continúa el investigador ginebrino.

Sorprendentemente, las simulaciones de los astrofísicos también revelan que la Tierra podría haber sufrido fácilmente el mismo destino que Venus. Si la Tierra hubiera estado sólo un poco más cerca del Sol, o si el Sol hubiera brillado tanto en su "juventud" como en la actualidad, nuestro planeta natal tendría un aspecto muy diferente hoy en día.

Es probable que la radiación relativamente débil del joven Sol haya permitido a la Tierra enfriarse lo suficiente como para condensar el agua que forma nuestros océanos. Para Emeline Bolmont, profesora de la UNIGE, miembro de PlaneS y coautora del estudio, "se trata de un giro completo en la forma de ver lo que durante mucho tiempo se ha llamado la 'paradoja del Sol joven débil'. Siempre se ha considerado como un gran obstáculo para la aparición de la vida en la Tierra".

El argumento era que si la radiación del Sol era mucho más débil que la actual, habría convertido a la Tierra en una bola de hielo hostil a la vida. "Pero resulta que para la joven y muy caliente Tierra, este Sol débil puede haber sido, de hecho, una oportunidad no esperada", continúa la investigadora.

"Nuestros resultados se basan en modelos teóricos y son una pieza importante para responder a la cuestión de la historia de Venus --afirma el coautor del estudio David Ehrenreich, profesor del Departamento de Astronomía de la UNIGE y miembro del NCCR PlanetS--. Pero no podremos dictaminar la cuestión de forma definitiva en nuestros ordenadores. Las observaciones de las tres futuras misiones espaciales a Venus serán esenciales para confirmar -o refutar- nuestro trabajo".

Estas perspectivas entusiasman a Emeline Bolmont, para quien "estas fascinantes cuestiones pueden ser abordadas por el nuevo Centro para la Vida en el Universo, que acaba de crearse en la Facultad de Ciencias de la UNIGE".

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