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Jacobo Drachman, superviviente de Auschwitz: "No olvidar, no perdonar pero no odiar"

Jacobo Drachman, superviviente de Auschwitz: No olvidar, no perdonar pero no odiar

Europa Press

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 19:47

Jacobo Drachman, superviviente del Holocausto que pasó por tres campos de concentración, ha visitado este miércoles 23 de enero la exposición 'Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos' en el Centro de Exposiciones de Arte Canal de Madrid, en la que ha hecho un llamamiento a "no olvidar, no perdonar pero no odiar".

"Me llamo Jacobo y tengo 83 años. Casado, con dos hijos, nueve nietos y seis bisnietos. Soy un hombre rico. Salí de allí como una hoja muerta y pude rehacer mi vida. Cada uno de mi familia se salvó. Fue un caso único en el que nos salvamos todos", ha afirmado un encuentro con la prensa, con motivo del Día Mundial en Memoria de las Víctimas del Holocausto, que se celebra este 27 de enero.

La infancia de Jacobo Drachman (nacido en 1935 en la ciudad polaca de Lodz) acabó a los 5 años de edad, con la ocupación nazi en Polonia. Corría el año 1939 cuando las fuerzas alemanas ocuparon su ciudad natal, de mayoría judía, y la convirtieron en un gueto para concentrar grandes grupos de judíos y después deportarlos.

Jacobo y sus padres sobrevivieron trabajando en una fábrica de metales. Sin embargo, cuando los nazis decidieron aniquilar la ciudad de forma gradual en 1944, fueron deportados junto con 500 judíos a otros campos. Primero sobrevivieron a Auschwitz, después a Stutthof y luego a Dresden.

Drachman ha recordado su paso por los tres campos "con los ojos de un niño". "Yo no era judío, era chiquito", ha ironizado el superviviente, que se encuentra desde hace varios días en Madrid participando en diversos actos de recuerdo del Holocausto, invitado por el Centro Sefarad-Israel y la Comunidad Judía de Madrid.

"Era un ratón que iba a todos los lados", ha recordado y gracias a ello, ya se salvó de morir en un primer momento, en 1944, cuando fueron enviados en vagones de ganado hasta Auschwitz, donde las mujeres, entre las que estaba su madre, fueron separadas de los varones --su padre fue declarado apto para el trabajo-- mientras que el niño entró a formar parte del grupo de ancianos y enfermos que iban a las cámaras de gas y el crematorio.

Drachman explica que, "sin saberlo", rápidamente se dio cuenta "de que algo no funcionaba" y abandonó la fila para escabullirse. "Hice una vueltita y volví a Auschwitz", ha ironizado para añadir: "En Auschwitz no me soltaba de la mano de mi padre".

También ha rememorado la visión de "gente muerta por el gas". "Era una montaña. El gas mata más rápido que nosotros. Nadie me creyó. No se lo creían", ha lamentado. En cualquier caso, ha señalado que "la gente se moría sola, de hambre", así como por las enfermedades o la falta de ganas de vivir, que él nunca perdió a pesar de que luego fue trasladado a Stutthof y Dresden. "A mí no me vas a matar les decía a los soldados", ha indicado.

"¿Cómo pudo un pueblo entero como el alemán hacer lo que hizo?. Los que me echaron de mi casa eran polacos. Yo les puedo contar lo que yo ví", ha relatado. La familia pudo sobrevivir, a pesar de que fueron separados, incluso tras la conocida 'marcha de la muerte' en la que muchos de los judíos supervivientes de Dresde murieron de hambre y agotamiento. Abandonados en Theresienstadt, donde se refugiaron hasta que les liberaron un año más tarde, fueron trasladados después al campo de refugiados de Landsberg. Acabada la guerra, la familia pudo reencontrarse y acabaron en París.

"Yo quería jugar al fútbol y salir con chicas, recuperar todo lo que había perdido", ha rememorado al ser preguntado por lo primero que hizo una vez que recuperó su libertad: "Lo primero que hice fue salir a robar un caballo y galopar".

Más tarde, en 1946, la familia emigró a Uruguay, donde el joven realizó sus estudios compaginándolos con el piano y el fútbol y cursó dos años de medicina. Después de emprender diferentes proyectos, en 1972 se instaló en Israel.

En 2006 publicó su novela 'Lágrimas secas' (Editorial Dorgraf), una pequeña recopilación de sus memorias en el que relata su vida hasta la edad de 65 años sobre cómo sobrevivió al Holocausto y cómo rehízo su vida. "Si te salvas, cuéntalo, me dijo mi padre. Yo no quería saber nada pero era una promesa", ha detallado. "Me casé hace 62 años y vivo con mi mujer, mis hijos y bisnietos. Ellos son la venganza", ha zanjado.

EL MENSAJE A LOS JÓVENES: "VEAN, ENTIENDAN, SIENTAN"

En el marco de su visita a la exposición, que abandona la capital el próximo 3 de febrero después de haber recibido más de 550.000 visitas, Drachman también ha recibido el cariño de un grupo de estudiantes que visitaba la muestra y que se ha topado inesperadamente con el encuentro de prensa, para unirse a los medios.

Uno de ellos ha tomado la palabra en el turno de preguntas y, entre lágrimas, ha preguntado al superviviente cómo pudo sobrevivir a tanto horror. "No llores --le ha animado Drachman--. Yo no tenía qué comer, fuí a robar comida. Tú puedes comer. Yo solo lloré cuando nació mi primera hija. Como dice mi libro, ya solo quedan lágrimas secas".

Posteriormente, ha querido dejar claro que el mensaje que transmite a los jóvenes "es que vean, entiendan y sientan". "Hay gente que no cree que murieran seis millones de personas durante el Holocausto. Dicen que fue medio millón. ¿Acaso está permitido matar a medio millón de judíos?", ha preguntado a los presentes.

Por ello, ha reiterado la importancia de "no olvidar, no perdonar pero no odiar". "No perdonamos pero no odiamos. Abrid la puerta al amor y a la compresión pero cerrad la puerta para que el diablo no entre y recuerden que lo que le pasó al pueblo judío puede pasar en cualquier lado", ha enfatizado.

"La mejor guerra es la que se evita. La guerra de palabras es la mejor", ha vuelto a insistir para advertir del peligro que supone la aparición "de los antisemitismos y del racismo" en Europa. "Terminen con el odio, hay compresión y respeto", ha apostillado el superviviente que ha solicitado a los asistentes que pasen el mensaje" mientras los jóvenes exclamaban: "¡Qué fuerte!", "¡Qué emoción!" o "¡Vaya historión!". Algunos de ellos se han hecho unas fotografías con Drachman al término de la visita.

Tras la misma, en el auditorio de la Fundación Canal se ha ofrecido un concierto Homenaje a las víctimas del Holocausto, de la mano del dúo formado por Pilar Angulo al piano y Emilio Sánchez Vázquez al violín, durante el cual se ha realizado un recorrido musical a través de la Alemania de la Segunda Guerra Mundial, centrándose en la obra de tres autores judíos forzados a huir de los nazis: Fritz Kreisler, Kurt Weil y Ernest Bloch, además de repasar la banda sonora de la película 'La lista de Schindler', de John Williams.

Estos actos, organizados por Musealia, Canal de Isabel II y el Centro Sefarad-Israel, en colaboración con la Fundación Canal, supondrán unas de las últimas actividades del Programa Cultural organizao por la exposición antes de su cierre definitivo.

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