Una investigación de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de California (Estados Unidos), publicada en la revista 'Scientific Reports', ha confirmado, tras secuenciar el genoma de miles de muestras de coronavirus, que los brotes de Covid-19 son propiciados por la aparición de nuevas variantes del virus.

Aunque tiene solo 15 genes, el SARS-CoV-2 está en constante mutación, y, a pesar de que la mayoría de estos cambios no son muy relevantes, a veces el virus se vuelve más o menos transmisible. Ante esto, los expertos analizaron inicialmente los genomas de 150 cepas de SARS-CoV-2, principalmente de brotes en Asia antes del 1 de marzo de 2020, así como información epidemiológica y de transmisión de esos brotes.

Clasificaron los brotes por etapa: índice (sin brote), despliegue, crecimiento exponencial y disminución de la transmisión. La facilidad de transmisión de un virus se establece mediante el valor R, o número reproductivo, donde R es el número medio de nuevas infecciones causadas por cada persona infectada.

Combinaron toda esta información en una métrica llamada 'GENI', para la identidad del genoma del patógeno. La comparación de las puntuaciones de 'GENI' con la fase de una epidemia mostró que un aumento en la variación genética precedió inmediatamente al crecimiento exponencial de los casos, por ejemplo, en Corea del Sur a finales de febrero. En Singapur, sin embargo, los estallidos de variación se asociaron con brotes más pequeños que las autoridades de salud pública pudieron controlar rápidamente.

Posteriormente, analizaron 20,000 secuencias de virus SARS-CoV-2 recolectadas y de febrero a abril de 2020 en el Reino Unido y las compararon con datos sobre casos. Así, descubrieron que la puntuación de variación 'GENI' aumentaba constantemente con el número de casos.

De hecho, los expertos observaron que cuando el gobierno británico impuso un bloqueo nacional a finales de marzo, el número de nuevos casos se estabilizó, pero la puntuación GENI siguió aumentando. Esto muestra que medidas como la prohibición de reuniones, las mascarillas y el distanciamiento social son eficaces para controlar la propagación de enfermedades frente a la rápida evolución del virus.