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¿Cómo se reinserta a un odiador condenado?

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Jorge Richter

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 13:54

Los delitos de odio son todas las acciones contra una persona por la mera razón de su raza, orientación sexual, religión o ideología. Cuando aún hoy, en pleno 2021, han ocurrido 610 casos de agresión homófobas, xenófobas o racistas, podemos ser conscientes de que siguen existiendo unos prejuicios sobre estos colectivos en nuestro país.

Son muchas las asociaciones que intentan ayudar a las víctimas de este tipo de delitos de odio. Pero, en un sistema penitenciario como el nuestro, que busca la reeducación de los condenados ¿existen programas de reinserción para estas personas?

Lo cierto es que sí. El primero fue el Programa Diversidad, promovido principalmente por Instituciones Penitenciarias junto con el Ministerio del Interior. Después nació el Programa Regener@r, a través del Colegio de Psicología de Madrid.

En este último trabaja Iñaki Lajud Alastrúe, como terapeuta. La forma que tienen de trabajar es generar empatía por medio de lo que se conoce como reconstrucción cognitiva.

“Consiste en enfrentar ideas y prejuicios a la realidad, con datos y con hechos, con información. Y así es como se cambia la mentalidad”. Las personas que acuden a este tipo de programas tienen estos prejuicios por mero desconocimiento, por el miedo a lo diferente: “tener ciertos estereotipos y prejuicios es lo que lleva a las personas a ver a otros de forma diferente, en vez de como un ser humano igual que nosotros”.

Este es un rasgo común de las personas radicalizadas. Un ejemplo es la vida de David Saavedra, quien durante 20 años fue un seguidor de la doctrina nazi, la cual ya ha abandonado.

“Tú, cuando cruzas una línea y estas radicalizado… hombre lo primero es que tu no sabes que estas radicalizado, tú te percibes con absoluta normalidad. Y es la gente de fuera la que se da cuenta de que tienes un problema serio”.

El radicalismo es, como cuenta David en su libro ‘Memorías de un exnazi’, “como el olor característico de un pueblo. La gente de fuera cuando llega, sabe que huele raro, que huele diferente. Tú no lo hueles porque siempre has estado ahí”.

Lo describe como ir con unas ‘gafas puestas’ que no sabes que llevabas. En su caso, abandonar esta ideología significa ser consciente de esas gafas, pero son muy difíciles de quitar. Y con ello vive en su día a día.

“Hace un mes, estaba con una amiga española en una terraza al aire libre. Y a 2 metros había 3 chicos marroquíes. Yo me di cuenta de que dos de ellos estaban mirando a mi mesa. Y pensé que estaban mirando a mi amiga. En un momento dado uno de los chicos nos dijo algo, y yo automáticamente me puse a la defensiva. Lo que hacían era señalarnos que no había servicio de terraza y que había que ir a pedir dentro del bar. Yo,en ese momento, me debí poner rojo como un tomate”.

Y es que cambiar las ideas de una persona, con las que ha convivido toda la vida, en 20 sesiones de terapia, según Iñaki Lajud, es muy difícil. Aunque sí hay una rendija para la esperanza: “En un 90% de personas cambia algo. Porque al final, estás expuesto a una información que no te han dado nunca, y entonces… quieras que no, ya no eres el mismo”.

Hemos hecho la misma pregunta a David, ¿has conseguido superar tus prejuicios sobre estos colectivos?: “No, no. Esto es más complicado. Yo todo el trabajo que he hecho hasta ahora en estos 5 años es darme cuenta de que tengo unas gafas puestas. Ya está. Eso es todo lo que he hecho. Pero esto es un proceso muy largo, y de muchos años”.

En este 2021, los delitos de odio han aumentado en un 9,3% respecto al año pasado.


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