En declaraciones a Fin de Semana COPE, el embajador de Afganistán en Madrid, Masud Jalil, afirmó a propósito del “yihadismo” que sufre su país, que el mal no puede mantenerse y que por ello “ganaremos”. Recordemos que en la misión pacificadora que durante catorce años se ha desarrollado en Afganistán, ha participado activamente el ejército español, ofreciendo un importante tributo de sangre. Ahora esta fuerza ya se ha retirado, aunque allí sigan miles de militares norteamericanos como instructores. Las incógnitas sobre la derrota definitiva de los talibanes en este país siguen más vivas que nunca, sin que existan garantías de que un día vuelva la paz. Más aún, se tiene el convencimiento de que los esfuerzos y la sangre occidental derramada en aquéllas tierras se desvanecerían apenas desaparezca la actual presencia norteamericana y deje el campo libre a los radicales. lo que ocurre en Afganistán, como la resistencia del Daesh a los bombardeos de los aliados en Irak y Siria, revela la escasa atención que los propios países musulmanes están prestando a la mayor amenaza que se cierne sobre ellos, al igual que sobre Occidente. Es necesario insistir en que son los esos países los primeros que deben hacer frente al yihadismo. Si hay “Susurros de guerra” como recoge el embajador afgano en el libro presentado en COPE, es porque subsiste el peligro de que el fanatismo islamista del Daesh y de Al Qaída pueda extenderse por todo el orbe islámico aunque no sean precisamente unos virtuosos del Islam.