El gran talento, unido a la humildad que desprendía en los quehaceres cotidianos, hace que le envíen a estudiar a París, completando conocimientos en Colonia. Entre los profesores que tiene se encuentra San Alberto Magno, quien, al observar el silencio y la reflexión interior de Tomás, le pondrá de sobrenombre “el buey mudo”, pero añadiendo que “cuando hable, sus mugidos (en alusión figurada a sus palabras) se dejarán sentir el todo el orbe”. Después del periodo de formación, aplicó todo lo que había aprendido, legando una gran producción filosófica y teológica, avalada por la Iglesia como una forma válida de explicar el Misterio Divino y todas las verdades de Fe. Pero esto no le apartó de la vida espiritual, ya que siempre pasaba grandes ratos en oración, diciendo que aprendía más de rodillas ante el Sagrario que con los libros. El Doctor Angélico, como se le conoce, muere cerca de Terracina, en 1274, en la plenitud de su producción científica. Iconografía: Se le representa con el hábito dominico en oración ante el Sagrario, o en su escritorio, estudiando. Otros Santos: Jerónimo, Lorenzo y Ricardo.