Enviada a unas religiosas que le preparasen para ser una monja santa, sus hermanos, al enterarse, quisieron llevársela en vano de vuelta a casa. Una vez establecida en una Casa, al lado de San Damián, el Convento se llenó de religiosas, entre las que se encontraban su madre y su hermana. Poco después, es nombrada Superiora de la Comunidad, intentando dejarlo varias veces en vano. Durante este tiempo, se entrega totalmente al servicio de la casa, sirviendo a la mesa, y muy comprometida con las tareas del hogar. Entregada también a la penitencia más austera, con el paso del tiempo tiene que moderarse para evitar caer enferma, algo que Dios tampoco quiere. Así se van consolidando las Clarisas que, actualmente, se reparten por todo el mundo. Su Amor al señor sacramentado le libró de muchas pruebas que acecharon al propio Convento. En sus últimos momentos profundizó en el Misterio pascual de Cristo, hasta que muere en 1253. Iconografía: Se le representa con el hábito de Clarisa y la Custodia con el Santísimo en su mano. Otros Santos: Sergio, Felicísima y Macario.