En el recorrido de los Magos de Oriente está simbolizado el destino de todo hombre: nuestra vida es un camino, iluminado por luces que nos permiten entrever el sendero, hasta encontrar la plenitud de la verdad y el amor, que nosotros los cristianos reconocemos en Jesús, Luz del mundo.Pero como nos ha recordado hoy el Papa Francisco, en la celebración de la Epifanía, el camino no será necesariamente fácil. También hoy, en medio de nuestras crisis cotidianas, tenemos la tentación de abandonar o de coger atajos que aparentemente nos ayudarán en la tarea emprendida. Hay un aspecto de la luz que nos guía en el camino de la fe que debemos tener muy en cuenta. Es lo que el Papa ha llamado con gracia la santa "astucia". Se trata de esa sagacidad espiritual que nos permite reconocer los peligros y evitarlos. Los sabios de Oriente nos dejan enseñanzas de valor universal y perenne. Nos enseñan a no quedarnos en la fachada, a ir más allá de las apariencias, a defendernos de la oscuridad que pretende cubrir nuestra vida y a no cejar en el empeño hasta llegar a Belén, donde en la sencillez de una casa en la periferia, entre un padre y una madre, podremos encontrar la luz que nunca se apaga.