La oportunidad de un Plan integral de Apoyo a la Familia trasciende la coyuntura electoral. Ha pasado ya demasido tiempo desde que en el año 2012 el gobierno del PP anunciara que estaba trabajando en una propuesta política de estas carecteristicas. Pero nunca es tarde si se trata de ofrecer medidas concretas que reconozcan que la familia, célula básica y núcleo referencial de la persona, es un objetivo básico para las políticas públicas de las sociedades desarrolladas. Hay que felicitarse, por tanto, si un Plan de estas características ha entrado como prioridad en las actuaciones inmediatas del gobierno de Rajoy. Un Plan Intergal de Ayuda a la familia no debiera circunscribirse a una declaración de buenas intenciones. Tal como han señalado las asociaciones de familias al conocer el primer borrador del Ministerio de Sanidad, además de la habitual exposición de motivos, el Plan debe contener una serie de medias concretas encaminadas a fortalecer con beneficios económicos, fiscales y sociales a las familias, en particular a las más necesitadas. Tampoco debe olvidar la necesidad de ampliar las prestaciones y permisos de maternidad, consolidar beneficios directos por nacimiento y establecer mecanismos adecuados para una cultura de la conciliación entre trabajo profesional y cuidado de los hijos. El silencio de las políticas públicas sobre la familia representa siempre una miopía y un daño social.