Europa necesita una política migratoria y de refugio común. La evidencia, en forma de éxodo, se ha estado manifestando desde el pasado mes de agosto. Ante el Consejo de Europa parece que Alemania, de la mano de Angela Merkel, ha tomado de nuevo la iniciativa para llamar a la cooperación con Turquía.La frontera con Marruecos y la frontera con Turquía se han convertido en zonas calientes. Lo que Europa, sin embargo, no puede hacer, es trasladar su responsabilidad a esos dos países fronterizos. No hay solución para la cuestión migratoria si no es en origen, pisando el terreno y contribuyendo a remediar las causas estructurales y coyunturales que fuerzan la salida de millones de seres humanos que buscan una vida mejor.Está claro que Turquía ha presionado a Europa y que la amenaza yihadista ha elevado el nivel de preocupación. Si Turquía todavía no está en la Unión Europea, está claro que Alemania sí la ha incorporado a la agenda europea. Si los refugiados están bien atendidos en Turquía no tendrán tantos motivos para querer entrar en Europa. Y eso va a costar unos cuantos millones de euros, así cómo acuerdos preferenciales con el Gobierno de Erdogan.Esa política de corto plazo puede contener los flujos migratorios durante un tiempo y tranquilizar a un sector de la ciudadanía europea. Pero si Europa se queda en eso, cerrará en falso un problema que no desaparece por mucho que se difumine.