El Puerto de Santa María (Cádiz), domingo 28 de abril de 2013. Menos de mil personas en una tarde de frío y lluvia. Se lidiaron seis novillos de la ganadería de Rocío de la Cámara, desiguales de presentación. Peligrosos y broncos el primero y el cuarto. Noblote el tercero. Deslucidos el resto. Ángel Puerta, vuelta y palmas. Cayetano Ortiz, vuelta y silencio. Sergio Salas, "El Pijorro", dos orejas y palmas. La tarde ha sido gélida y deslucida como la novillada de Rocío de la Cámara. Muy desigual de presentación con varios novillos que no tenían hechuras para embestir. Posiblemente limpieza de campo en el Cortijo de la Sierra, allá donde El Cuerpo da la mano a las provincias de Sevilla y Cádiz.  Ángel Puerta no tuvo suerte con su lote. El primero suyo fue un auténtico ‘Barrabas’ que quería degollarlo. Un novillo bronco, áspero y peligroso. Manso, correoso y huidizo. Un regalito. Puerta intentó todo. Mientras la lluvia caía sobre el albero portuense, el jerezano forzaba la máquina para intentar sacarle, si acaso, una tanda con la derecha. Y la sacó. Fue en la zona del 10. Después nada. Su segundo novillo era también complicado. Se comía los dos primeros muletazos, mas cuando Puerta lo quería llevar por abajo, el novillo protestaba y echaba la gaita arriba, queriendo buscar carne que ensartar con la punta de sus pitones. Un novillote feo de hechuras, sin cuello, sin nada que ofrecer. Cayetano Ortiz dejó pasar un novillo claro que fue su primero del lote. Segundo de la tarde que metía la cabeza y quería repetir. Ortiz, sin embargo, se empeñó en torearlo fuera de cacho y aquello no llegó a los tendidos. En su segundo del lote pasó de puntillas. El debutante con caballos era, quizá, al que menos esperábamos. Y como la vida te da sorpresas, nos gustó ver a este Sergio Salas ‘Pijorro’. Novillero sanluqueño que nos recordó por el temple a Jesulín de Ubrique. Salvando las distancias, claro está. Al Pijorro le gusta manejar el capote. Alguien le ha debido de enseñar a disfrutar con el percal. Y lo maneja con autosuficiencia. Jugando los brazos y con gran soltura. A la verónica clásica lo vimos en los dos novillos y estuvo bien. En su primera faena descubrió a un torero que puede tener cierta capacidad de templar los toros. Su muñeca pulsea bien los lleva largos. Como en una tanda de naturales al noble novillote que lo templo mucho. Hubo un pase de pecho de gran calado, hondo y profundo. Aquella faena fue calando. Y la remató con un espadazo arriba. Se pidieron dos orejas -quizá demasiado dimensionado todo-, pero la impresión fue buena. Podemos tener torero. Eso si sigue esforzándose, no creyéndose nada y haciéndole poco caso a los banderilleros.Sobremanera a aquellos que silban descaradamente para alentar a las masas para pedir las orejas al presidente. Qué poca vergüenza torera tiene algunos.