No debemos tener miedo de la bondad y la ternura. Son palabras del Papa en la misa de inicio de pontificado, hace 6 meses. No se podía calibrar entonces hasta qué punto anticipaban un estilo lleno de gestos de cercanía, especialmente hacia los pobres. Llegaba de ‘casi el fin del mundo’ un pastor  que elegiría a los inmigrantes de Lampedusa como destinatarios de su primer viaje. Desde entonces no se ha cansado de predicar con el ejemplo esa ternura que hace visible la misericordia de Dios. Esta semana, al visitar un centro de refugiados, Francisco aludía a la necesidad de comunidades solidarias que vivan el amor de forma concreta.Es un mensaje importante para los cristianos de Europa, donde la extensión del Estado social ha tenido enormes beneficios, pero quizá ha llevado a muchos católicos a descuidar el aspecto nuclear de la caridad. La acogida al extranjero es un buen ejemplo, pero hay otros. El viernes el Papa se refería a la concepción cristiana de la familia como un bien para toda la sociedad. Se trata de un terreno muy contaminado de discursos ideológicos, con trágicos resultados en forma de familias rotas y una grave descomposición social. La Iglesia está llamada a dar la batalla de las ideas, pero antes, como resaltaba el Papa, es preciso ofrecer el testimonio de tantas familias que muestran que la propuesta cristiana responde a los anhelos de la persona.