“La respuesta dio paso a una idea, en principio absurda, que sin embargo ha hecho realidad el sueño de cientos de personas”, explica su creadora Isabel Aires en @LaMananaCOPE que ha reconocido que la idea nació de su propia adición a las cosquillas.

"Estas cosquillas no son de hacer reír", aclara. “Son caricias con las yemas de los dedos, uniendo leves presiones o suaves roces con una pluma”, explica. “Se generan muchas endorfinas, la hormona de la felicidad y por eso relaja tanto”.

“En el centro hay expertas masajistas tituladas, que tienen esa sensibilidad adquirida en las manos. Juntas hemos creado un protocolo”, ya que por el momento no existe ninguna escuela.

“El cuerpo no solo se alimenta de comida, también de sensaciones y estímulos que nos llegan a través de nuestros sentidos, del olor, de la vista, del oído y del tacto, de la necesidad de tocar y ser tocados. Nuestra piel necesita ser mimada y acunada”, afirma en su web cosquillearte.com

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