Madrugada. Lunes 25 de febrero de 2013
Otra forma de servir a la Iglesia
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Actualizado 26 may 2017
En el último Ángelus, antes de renunciar a la Sede de Pedro, Benedicto XVI ha querido este domingo dejarnos unas palabras interpeladoras sobre la nueva forma en la que, a partir del próximo día 28, va a servir a la Iglesia. En el segundo domingo de Cuaresma, tiempo particular en el que se nos llama de una forma muy especial a la oración, la Liturgia nos presenta el Evangelio de la Transfiguración del Señor. Y el Papa nos ha confesado que esta Palabra de Dios, en este momento concreto de su vida, la siente de modo especial dirigida a él. El Señor, como hizo con los discípulos, le llama a “subir al monte”, a dedicarse aún más a la oración y a la meditación. Algunos han interpretado la renuncia del Papa como una huida ante las fatigas propias de la edad y del ministerio petrino. El Papa no huye, no se refugia en la oración para aislarse del mundo y de sus contradicciones, como hubiera querido hacer Pedro en el Monte Tabor. Antes al contrario, Benedicto XVI nos está mostrando con sus palabras y sus obras la primacía la oración, sin la cual todo el empeño del apostolado y de la caridad se reduce a mero activismo. Como el Papa escribió en el Mensaje para esta Cuaresma, la existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios, para luego volver a bajar llevando el amor y la fuerza que de ellos derivan, para servir a todos con el mismo amor de Dios. El hecho de que Benedicto XVI se vaya a dedicar a partir de ahora aún más a la plegaria, escondido a los ojos del mundo, no significa que a abandone a la Iglesia. Como él mismo ha explicado, si el Señor le pide esto en este momento es para que pueda seguir sirviendo a la Iglesia con la misma dedicación y el mismo amor con el que lo ha hecho hasta ahora. Lo hará de otra manera, en un modo más adecuado a su edad y a sus fuerzas. Y así, de esta forma, y en tiempo de Cuaresma, nos da también una lección sobre el lugar que debe ocupar en nuestras vidas la oración, que es la que ha de reconducir nuestro camino a la acción y es la que ha de dar vigor a nuestra vida espiritual.
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