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TOROS | 3ª Feria de Abril

Javier Jiménez y sus argumentos

Javier Jiménez, tras importante faena, le ha cortado la oreja al mejor toro de la noble y descastada corrida de Juan Pedro Domecq. Enrique Ponce y Manuel Jesús El Cid fueron silenciados en sus toros.

Javier Jiménez con la oreja obtenida en la tarde de su alternativa en Sevilla. EFE

Javier Jiménez con la oreja obtenida en la tarde de su alternativa en Sevilla. EFE

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Tiempo de lectura: 2'Actualizado 09 may 2017

Para hacer el toreo hacen faltas toros. Toros que auspicien  la emoción. Que transmitan al espectador la sensación de peligro. Que conviertan en héroes los que delante se ponen e ilustren su valor. Toros bravos, ni más, ni menos. Los “juanpedros” han vuelto a decepcionar  a toda una plaza aburrida de tanta nobleza tonta, de tan justa casta y mermada fuerza, de embestidas bobaliconas que contagian pesadez. Faltó el toro. Otra vez.     También para hacer el toreo se necesitan argumentos, y Javier Jiménez los ha tenido muy claros para conseguir su objetivo. A las 18.50 horas Enrique Ponce le entregaba los trastos en presencia de Manuel El Cid. Antes, el sevillano de Espartinas mostró calidades, desparpajo y valor en un extraordinario quite por tafalleras a Duque, el toro de su alternativa,  para seguir por ajustadas chicuelinas en la réplica a los lances a pie junto de su padrino. Después, tras esperanzador comienzo, la faena transcurrió entre el atractivo de notables muletazos a derecha e izquierda y algún que otro  matiz de desajuste perdonable por la circunstancia vivida. El trasteo al noble toro de Juan Pedro proporcionó mucho deleite y poca emoción. Una fea estoca minimizó lo hecho.La faena al sobrero sexto, un toro noble con excelente pitón izquierdo, navegó entre extraordinarios naturales, importantes serie diestras y fenomenales remates, mostrando un toreo más amplio, más natural, más templado, con  expresividad más efusiva y generosa, quizá incluso demasiada.  No obstante, su visión de la lidia ha crecido como un fruto en su sazón, más aromático y dulce pero sin la acidez  del fruto temprano. Pese a algún que otro altibajo lo hecho y dicho por el flamante matador de toros comenzará a revalorizarse en su justa medida. El pinchazo antes de hundir el acero no fue obstáculo para que un público deseoso le consiguiera la oreja.A Ponce le agradecieron con una fuerte ovación, no más deshacerse el paseíllo, su esfuerzo tras su grave percance por estar en Sevilla. Plausible decisión de torero y de todo un señor. Tenía que estar, y estuvo. Mi admiración. Para resumir la tarde del valenciano únicamente bastaría  con recordar que sin toro es difícil torear. Con el descastado segundo le fue imposible dibujar un pase, y con el noble y desfondado cuarto empleó su acostumbrada naturalidad  y elegancia,  adornada de esa grandeza solemne que le caracteriza, para trazar pases a media altura monótonos e inconclusos. Mató de estocada.Y el Cid. Una lástima que Manuel no avivara más su toreo en las quince arrancadas que tuvo el descastado tercero. Un toreo demasiado dubitativo, demasiado contenido, sin perseguir dotar de interés una faena que, para colmo, dejó sin firmar. En el quinto, noble y parado, toro y torero volvieron a no entenderse. Una lástima. FICHA DEL FESTEJO Sevilla, sábado 3 de mayo de 2014. 3ª de Feria. Menos de tres cuartos de plaza. Tres toros de Juan Pedro Domecq y tres de Parladé (2º, 3º y 6º bis). Bien presentados, nobles, parados y rajados. El mejor fue el 6º, de excepcional pitón izquierdo. Enrique Ponce, silencio y silencio. El Cid, silencio y silencio. Javier Jiménez, que tomaba la alternativa, saludos y oreja.

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