Los principios sobre los que se articula el pacto antiyihadista, que firmaron el pasado mes de febrero el PP y el PSOE, y al que se acaban de sumar nueve formaciones políticas, representan una base de mínimos frente a una amenaza letal contra los derechos fundamentales y las libertades básicas de los ciudadanos.Más allá del debate sobre si España debe apoyar con tropas sobre el terreno a la alianza internacional contra el terrorismo islamista, la unidad política, la coordinación de las fuerzas de seguridad del Estado y la aplicación de los instrumentos legales proporcionales a esta amenaza, constituyen un notable esfuerzo de responsabilidad del que se han quedado significativamente al margen la extrema izquierda (Podemos incluido) y los independentistas.Los tópicos ideológicos y el oportunismo son malos consejeros cuando  están en juego la convivencia y la paz. España necesita acuerdos de Estado que sean fruto de una política capaz de pensar y actuar más allá de los intereses inmediatos y de las estrategias electorales. La carga simbólica del pacto antiyihadista es también un mensaje para una Europa que necesita la unidad frente a un terror que no conoce fronteras.