“Debemos contar con el consentimiento de los dos padres y por escrito”, dice Pilar Jurado que aplica este precepto para cualquier trabajo que realice con padres separados o divorciados. “La situación de estrés puede durar años en el niño y si la relación es mala se incrementa” advierte la experta que pide ” que no se utilicen a los niños “como cauce de comunicación entre los padres”. En muchas ocasiones, sencillamente, “los padres no saben gestionar emocionalmente la situación y no hay que culparles por ello”, añade la psicopedagoga que recuerda que en muchos casos son los niños los que no saben expresar los sentimientos que le provoca la separación y esto se puede traducir en distintos comportamientos”. “Es importante establecer una línea de acuerdos mínimos antes de empezar a trabajar con el niños en conocimiento autoasertivo o autoestima tanto con los padres como individualmente” y subraya que es “importante darle permiso emocional al niño para que disfrute del otro progenitor y lo exprese sin miedo”.