Esta noche, con el segundo debate televisado, la campaña electoral andaluza entra en su recta final. Las encuestas del pasado fin de semana pronostican una victoria de Susana Díaz pero con una importante caída de votos. También bajarían, si se confirman los sondeos,  el PP e IU. Emergerían con fuerza Podemos y Ciudadanos. Pero las cosas están muy abiertas y hay mucho voto indeciso. Puede haber grandes sorpresas, como en 2012. En cualquier caso Andalucía necesita un cambio. Después de más de 30 años de gobiernos socialistas es una de las regiones con más alta tasa de fracaso escolar, con más paro juvenil y  con más desempleo de toda Europa. La libertad de educación se ha visto seriamente sometida a la planificación administrativa y el poder político se ha ejercido con una endogamia muy perniciosa. No es casualidad que Andalucía haya sufrido el mayor caso de corrupción de la democracia. Las ayudas recibidas de Europa, más de 70.000 millones de euros desde mediados de los años 90, no han servido para fomentar la iniciativa social. La sociedad civil ha sido deliberadamente adormecida. El cambio puede llegar de dos modos. O a través de la victoria de las fuerzas claramente constitucionales que son alternativa al PSOE, PP y Ciudadanos, o con un  resultado que obligue al PSOE a pactar con alguno de esos partidos.