Este lunes, todas las miradas se encuentran en Alemania. Uno de los países europeos más influyentes vivió ayer unas elecciones históricas tras la marcha de Merkel. Ni el Partido Socialdemócrata (SPD), el más votado en los comicios alemanes con el 25,7%, ni la conservadora CDU/CSU de Armin Laschet, con el 24,1%, podrá gobernar si no cuenta con el apoyo de los liberales del FDP y de Los Verdes, partidos menores, con un 11,5% y un 14,8% respectivamente.

Por tanto, será necesario un tripartito que tendrá que conciliar los programas electorales de estas dos formaciones que son muy dispares entre sí. El ganador de las elecciones, el socialdemócrata Olaf Scholz, hablaba hoy de una "coalición semáforo" a la que sumar el apoyo tanto de verdes y liberales. "Los votantes hablaron ayer con mucha claridad sobre quién debería formar el próximo gobierno, han fortalecido a nuestros tres partidos y por eso este es el mandato visible que han formulado los ciudadanos de este país".

Durante prácticamente todo el mandato de Merkel, la canciller gobernó en coalición con los socialdemócratas imponiendo un estilo de toma de decisiones abierta y pragmática, ajena a la ideología. Si abrimos la óptica y miramos hacia Europa, la socialdemocracia en nuestro continente resultó victoriosa en Noruega, extendiendo así su liderazgo en los países nórdicos. Así, los países escandinavos vuelven a estar gobernados por fuerzas de centro-izquierda. Algo que no se producía desde el año 2001.

En el conjunto de los nórdicos, también añadiríamos a Finlandia, también liderada por el Partido Socialdemócrata. En Dinamarca precisan del apoyo externo de otras formaciones, en Finlandia se encuentran en coalición con otros cinco partidos.

Mientras, la situación para el socialismo se complica en Lisboa. Allí, el Partido Social Demócrata ha derrotado al actual alcalde socialista, Fernando Medina, al aventajarle con 2.300 votos. Han perdido ciudades tan importantes como la capital y Coimbra. El ex comisario europeo Carlos Moedas ha conquistado Lisboa para la derecha. Un hecho que no se producía desde hace catorce años.

En Grecia, el primer ministro Kyriakos Mitsotakis, resultó victorioso en los comicios en 2019 con su partido conservador Nueva Democracia. Consiguió vencer a la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) del primer ministro saliente, Alexis Tsipras. Una firma que contó con el apoyo de Iglesias y Podemos. Ambas formaciones compartieron programa, ideología y una "amistad" que llevó a los dos líderes a acudir a mítines en uno y otro país. El partido político griego de izquierda ahora está en la oposición tras esa derrota en las urnas.

También en territorio europeo se encuentra Austria, un país que también sufre grandes giros en la política. El partido de la socialdemocracia austriaca (SPO) se impuso en octubre en las municipales de Viena con el 41,7 por ciento de los votos.

La extrema derecha se desplomaba. Mientras, Sebastian Kurz que pertenece al Partido Popular (ÖVP) lograba casi el 32% de los votos y repitió liderazgo en el país, con una férrea opinión sobre la política de acogida ilimitada de la UE que la calificó como un "error"

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El socialismo en Francia se encuentra muerto. Un fracaso que vino provocado por luchas internas, fracciones, y que se aleja mucho de los grandes años con Épinay en 1971. Dos de sus antiguos primeros secretarios generales se hicieron con la Presidencia de la República: Mitterand de 1981 a 1995 y François Hollande de 2012 a 2017.

El partido vio, poco a poco, su lugar reducido entre Macron y Le Pen. Ahora, Anne Hidalgo trata de resurgir a la socialdemocracia con perspectivas muy limitadas, ya que el escenario de la izquierda en Francia es un tanto complicado. La radiografía en Europa del partido, por tanto, es muy variada. En según qué países está arrasando mientras en otros, como en el país galo, se encuentra prácticamente desaparecido.