Decenas de víctimas del robo de bebés durante la dictadura y los primeros años de la democracia en España han reclamado hoy "justicia y reparación" al Gobierno en una concentración celebrada en Madrid, aprovechando la coincidencia de esta jornada con el Día de la Madre.

"Es un homenaje a aquellas madres cuyos hijos fueron arrebatados, un reconocimiento para esas valientes que han estado mucho tiempo buscando a sus niños robados que ahora son hombres y mujeres", ha explicado Soledad Luque, presidenta de la asociación Todos Los Bebés Robados Son También Mis Niños, una de las convocantes junto con S.O.S. Bebés Robados Madrid.

Con el apoyo de otras organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos y la Memoria Histórica, la manifestación se ha celebrado en la Puerta del Sol, rebautizada con una placa como "Paseo de los Bebés Robados" y bajo cuyos carteles que exhibían lemas como "Esos crímenes no prescriben", "Tenemos derechos a conocer nuestro origen" o "La justicia nos ignora, la paciencia se acaba".

"Todo lo que investigamos nos lo tiran abajo. Denuncia que llega, denuncia archivada. Buscamos a algún gobernante o juez con narices que quiera investigar, porque no vamos a parar", han protestado los manifestantes.

Luque ha recordado que existe un informe del Parlamento Europeo de noviembre de 2017 con 31 recomendaciones al Estado español para la búsqueda de estos niños y "para ofrecer verdad a las víctimas".

"Pedimos que no las dejen en un cajón en el olvido. Pedimos justicia y reparación, además de garantías para que esto no se vuelva a producir", ha demandado.

En sus testimonios, numerosas coincidencias que les llevan a pensar en la legitimidad de sus reclamaciones a pesar de las trabas administrativas, como la ausencia de cadáver en el caso de Cristina Moracho, una de las asistentes a la concentración de hoy.

Moracho busca a su hijo, nacido el 14 de mayo de 1984 en un parto domiciliario mientras cuidaba de otra hija de 15 meses. "Lloraba a pleno pulmón. Yo misma le corté el cordón umbilical para poder salir a pedir ayuda. Nos trajeron al Clínico San Carlos, donde me atendieron para expulsar la placenta. Jamás lo volví a ver, ni vivo ni muerto", ha relatado.

Varios años después, cuando empezó a investigar, descubrió un certificado civil en el que "un ginecólogo" declaraba que la había atendido de urgencias en el parto y que el bebé había nacido "muerto y descompuesto".

"Me temblaban las piernas", ha recordado esta mujer que no ha dudado en señalar con firmeza: "Mi hijo está vivo".