Pilar Palazuelos

María José Sáenz de Buruaga será la candidata del PP a la Presidencia de Cantabria después de pasar un trago muy amargo tras ser desplazada del cargo por la campeona olímpica Ruth Beitia, que ha renunciado y deja la política al verse superada por las circunstancias.

"Ganar primero para gobernar después". Ése ha sido el mantra repetido por Buruaga (Suances, 1968) desde que se postuló para relevar a Ignacio Diego al frente del PP de Cantabria, aunque posiblemente cuando pronunció por primera vez esa frase no tenía idea del camino tortuoso que tenía por delante como líder popular.

Y es que la presidenta, ahora ya candidata, no lo ha tenido nada fácil. Cuando anunció que iba a disputar el liderazgo del partido a Ignacio Diego, con quien trabajó codo con codo orgánicamente y en el Gobierno regional, tuvo que hacer frente a duras críticas e, incluso, insultos de compañeros de filas, que no se cortaron a la hora de calificarla de "traidora".

Su victoria en el 12 Congreso Regional, en marzo de 2017, acabó en los tribunales con dos demandas de detractores suyos, con juicio mediante y sentencia que le ha dado la razón, pero en primera instancia y recurrida.

Por eso, en los casi dos años que lleva como presidenta, Buruaga ha tenido que echar el resto para reconciliar bandos, atraer críticos y 'vender' sus bondades a prácticamente la mitad del partido, que no la quería como líder, y a la mayoría de alcaldes, que se habían posicionado a favor de su rival.

Ahora toma el testigo y asume con disciplina castrense ser la segunda opción después de que el dedo de Pablo Casado señalara primero a Beitia como candidata a la Presidencia de Cantabria. Sin embargo, al dar a conocer hoy que será la candidata, Buruaga ha asegurado que no se siente "plato de segunda mesa" y ha ido más allá: "en muchos menús el segundo plato es el plato principal", ha señalado a los periodistas.

La presidenta popular se comió el turrón convencida de que su caso no iba a ser diferente de lo habitual en su partido y sería la cabeza de lista para las elecciones. Pero paralelamente, a finales de diciembre, la campeona olímpica y sus acólitos se estaban reuniendo en Génova para perfilar su candidatura.

Como regalo de Reyes, el 6 de enero, Buruaga se desayunó en portada de la prensa regional que Beitia la relegaba como cabeza de lista, lo que provocó cabreo entre sus fieles.

Pero ni las llamadas de históricos a Génova, ni el 'incendio' en redes sociales, ni las amenazas de dimisiones en cadena frenaron a la cúpula nacional en una decisión que ya era un hecho consumado.

Tampoco pudo frenar la candidatura de Beitia la propia Buruaga, que en un viaje in extremis a Madrid con su círculo de confianza se encontró con una negativa inquebrantable cuando trató de convencer al secretario general, Teodoro García Egea, y al vicesecretario de Organización, Javier Maroto, de que ella era la mejor opción.

A Buruaga le tocó hacer de tripas corazón y poner buena cara en la presentación por todo lo alto de Beitia como candidata, en el acto que el 10 de enero protagonizó el presidente del PP.

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Pero casi como si se tratara de un nuevo récord, Beitia no ha tardado ni quince días en 'tirar la toalla' tras las polémicas por las tres veces contadas en que se expuso públicamente, una decisión que su reemplazo como cabeza de lista respeta "profundamente".

Buruaga tiene ahora la misión de salvar los muebles en una cita electoral que se antoja más complicada que nunca por la fragmentación del voto, el elevado número de partidos en liza, el riesgo del 'sorpasso' a dos bandas, de PRC y Cs, y con Vox llamando a la puerta.

Tendrá que sacar fuerzas de flaqueza, llamar a apretar filas y recordar más que nunca el motivo que la condujo a la política cuando tenía 23 años: la necesidad de involucrarse.