El Gobierno francés ha confirmado el nombramiento de un nuevo embajador en Ruanda tras seis años de vacancia y en medio del acercamiento entre ambos países después de la publicación del informe Duclert y el reconocimiento de Macron de la "responsabilidad abrumadora" de París en el genocidio en 1994.

Así pues, el Consejo de Ministros de Ruanda convalidó, el sábado, el nombramiento del diplomático Antoine Anfré como nuevo representante francés en el país africano, en un contexto de normalización de las relaciones franco-ruandesas después de 27 años de "amarga distancia".

El presidente francés, Emmanuel Macron, reconoció el 27 de mayo durante una visita en Kigali -- y diez días después de recibir a su homólogo, Paul Kagame, en París -- la "abrumadora responsabilidad" de Francia por el genocidio en Ruanda.

Antoine Anfré, de 58 años, es considerado como un profundo conocedor de África, primero como secretario principal de la Embajada de Francia en Uganda en la década de 1990, antes de ser nombrado embajador de Francia en Níger y desempeñar después un cargo en el departamento para África en el Ministerio de Exteriores, según explica Radio France Internationale.

Anfré también es citado en el informe Duclert, que analiza el papel de Francia durante y antes del genocidio en Ruanda, por haber alertado a París sobre los riesgos de violencia en este país.

Su predecesor, Michel Flesch, abandonó Ruanda en 2015 y desde 2019 la Embajada está bajo la responsabilidad del encargado de negocios, Jérémie Blin.

EL INFORME DUCLERT

El mes pasado un informe de historiadores encargado por el presidente francés reconoció cierta "ceguera" e "indiferencia" francesa ante lo que pasaba en Ruanda hasta el punto de cargar con una "responsabilidad abrumadora" e "intelectual" de lo ocurrido.

Alrededor de 800.000 ruandeses, la inmensa mayoría de ellos tutsis y hutus moderados, fueron asesinados por extremistas hutu durante cerca de tres meses en 1994. A día de hoy todavía se están descubriendo fosas comunes, especialmente desde que los condenados que han cumplido sus penas han aportado información sobre el lugar en el que enterraron o abandonaron a sus víctimas.

Las raíces del conflicto entre hutus y tutsis se remontan varias generaciones pero el genocidio se desató tras la muerte del presidente Juvenal Habyarimana, víctima del derribo de su avión presidencial --en el que también viajaba el presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira-- con un misil el 6 de abril de 1994.

Tras la muerte del mandatario, la milicia Interahamwe lanzó una campaña de ejecuciones que se prolongó durante 100 días, en muchas ocasiones despedazando a sus víctimas en sus casas, en iglesias, estadios de fútbol o en barricadas.