Las víctimas del terrorismo han vuelto a mostrar su resignación ante la salida de prisión este domingo del etarra Rafael Caride Simón, uno de los miembros de la banda terrorista arrepentidos acogidos a la llamada "vía Nanclares", que ya ha cumplido su condena, como uno de los autores materiales del atentado de Hipercor en Barcelona en 1987, entre otros ataques. El histórico etarra liquida condena este domingo 18 de agosto tras haber pasado 26 años en prisión, 19 en España y otros 7 en Francia. Desde finales de 2017 está en libertad condicional por orden de la Audiencia Nacional.

Uno de los supervivientes del atentado de Hipercor fue el presidente de la Asociación Catalana de Víctimas del Terrorismo, José Vargas, que en ‘Mediodía COPE’ ha mostrado su indignación: “Nos resignamos porque tenemos que acatar cualquier decisión judicial, en este caso la excarcelación de uno de los mayores asesinos de ETA. Pero nos parece indigno que las leyes estén echas para los malos, y no para los buenos.”

Si bien es cierto que Caride Simón renegó de la banda y pidió perdón a algunas de sus víctimas, para Vargas su salida de prisión es una nueva humillación para el colectivo: “Cuando salen de la cárcel y les reciben en sus pueblos como si fueran héroes, es la mayor indignidad que los jueces y el Estado pueden hacernos, y eso que ya nos han humillado en infinidad de ocasiones abandonándonos. Que algunos terroristas pidieran disculpas no sirve de nada, porque ya cometieron los asesinatos. No podemos rendirnos ante un asesino por pedir perdón. Hay que tener más ética y sentido común.”

Prueba de ello, apunta el presidente de la asociación, fue lo ocurrido este sábado durante los actos de homenajes a las víctimas de los atentados de Las Ramblas y Cambrils en agosto de 2017: “En el acto estuvo el ministro de Interior, Grande-Marlaska, y a cincuenta metros estábamos nosotros también recordando a los fallecidos en aquel ataque. Pues el ministro tuvo la desvergüenza de no acercarse a nosotros. Por tanto, no podemos esperar nada de ellos.”

32 años después de aquel atentado en Barcelona, José Vargas no olvida lo ocurrido: “Es un recuerdo que jamás se podrá borrar de nuestro disco duro. Y cada vez que un preso etarra sale de la cárcel y es recibido en su localidad como héroe, nuestra pesadilla se revive. Solo pido a los jueces y a los políticos que tengan un poco más de empatía con las víctimas para que prohíban este tipo de recibimientos.”