De su pasión por el ciclismo, deporte que practica con entusiasmo, el nuevo presidente del Senado, el socialista burgalés Ander Gil, sabe que un gregario debe ser siempre trabajador, sacrificado, fiel al líder al que ha de ayudar hasta la meta, y dispuesto a todo, como él siempre ha actuado en política.

Aupado por Pedro Sánchez hace cuatro años a la portavocía del grupo socialista en el Senado, Gil ha trabajado desde entonces con esmero en todo lo que se le ha requerido, sin aspavientos y sin salirse ni un milímetro de la disciplina del equipo socialista.

Siempre ha dado la cara por el presidente cuando la oposición criticaba su ausencia en los plenos del Senado, y no ha ahorrado tiempo en defender sus planteamientos incluso en los momentos más difíciles, como cuando tuvo que fijar ante el pleno la posición del PSOE, con Mariano Rajoy todavía en el Gobierno, a favor de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña.

Se estrenó como portavoz con Pío García-Escudero como presidente del Senado, cuando el PP aún conservaba la mayoría absoluta en la Cámara Alta pese a que Sánchez ya estaba en La Moncloa.

Siguió con el filósofo y senador del PSC Manuel Cruz y ha continuado con la jueza Pilar Llop, cuya designación como ministra de Justicia le ha permitido ganar otra etapa, sorpresivamente y a mitad de una carrera que, como casi todo lo que sucede en el Senado, ha pasado muy desapercibida, salvo que haya caídas o alguna exitosa escapada.

Su experiencia en el pelotón y en las muchas pruebas que ha tenido que ir asumiendo en estos años le servirán para un reto que se le presenta en un momento especialmente convulso para la política territorial en España, nada menos que al frente de la Cámara Territorial.

En su haber tiene por un lado la cordialidad que ha caracterizado su relación con los demás portavoces, propia del temple de un deportista tranquilo, montañero como él, amante de la naturaleza y que sigue viviendo en Valle de Mena, el pueblo burgalés muy próximo a Vizcaya donde comenzó su carrera política como concejal, allá por 1995.

Algo que no le ha impedido actuar desde la tribuna con la máxima contundencia cuando la estrategia socialista exigía emprender una persecución sin contemplaciones, tal y como sucedió con la ofensiva contra el anterior portavoz del PP en la Cámara Alta, Ignacio Cosidó, salpicado por lo que se ha llamado las "cloacas" del Estado.

Para las rampas más empinadas cuenta como combustible con las innumerables metas volantes que ha sido superando en aquellas materias que los socialistas han promovido desde el Senado: el impulso a la memoria histórica, con el emblemático desalojo de Franco de Valle de los Caídos, la defensa del feminismo y la lucha contra el machismo o, cómo no, el diálogo interterritorial.

Aspecto este que será sin duda el que más puede marcar la segunda parte de la legislatura que Pedro Sánchez ha querido afrontar con un una remodelación del ala socialista del Gobierno y que podría dar al Senado el papel protagonista que nunca ha conseguido como foro de encuentro donde gestionar las tensiones del actual modelo.

Ander Gil, docente, nacido en Baracaldo en 1974, segundo burgalés que asume la Presidencia del Senado después del también socialista Juan José Laborda, es también otro presidente que se encuentra en el cajón la sempiterna reforma de la Cámara Alta todavía por hacer, mientras la Comisión General de Comunidades Autónomas solo se ha reunido dos veces en esta legislatura.

Por lo pronto, ha tenido casi diez años para evaluar las virtudes y defectos del funcionamiento de la institución, a la que accedió como senador por Burgos en noviembre de 2011 y donde ha pasado por diversas comisiones antes de llegar a la portavocía, y sin perder su compromiso con los socialistas de Castilla y León durante los largos años en que el PSOE lleva en la oposición en esta comunidad.

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El nuevo presidente del Senado es uno de los que respaldó el "no es no" de Sánchez a la investidura de Mariano Rajoy, pero hoy ha dado el sí para afrontar lo que puede ser una prueba reina en su trayectoria, un puerto de la máxima categoría tipo Tourmalet; aunque seguro que en este caso también le valdrá coronar el Angliru.