Sagrario Ortega

Entre 200 y 250 casos de muerte violenta -la mitad suicidios- llegan cada año a la unidad del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil que analiza los residuos de disparo, y lo hace en un laboratorio que puede determinar desde la trayectoria del disparo hasta la distancia desde la que se hizo.

Un minucioso trabajo que no sería posible sin los dos microscopios electrónicos de barrido por dispersión de rayos X con los que cuenta este laboratorio, pero tampoco sin la intervención de los cuatro agentes de la Guardia Civil licenciados en Química (tres) y en Física (uno) que forman parte de esta área de Criminalística.

De esta labor ha hablado con Efe el capitán Manuel Alberto Muñoz Romero, quien subraya que los ensayos de residuos de disparo y estudio de lámparas realizados por el Servicio de Criminalística de la Guardia Civil están acreditados por la norma ISO 17025.

De la implantación de esta norma en el estudio de residuos de disparo y estudio de lámparas fue pionera la Guardia Civil, no sólo a nivel español, sino también europeo.

Esta norma es la que proporciona los requisitos que deben cumplir los laboratorios de ensayo y calibración para ofrecer la máxima calidad en sus estudios.

Muñoz, con una experiencia de 17 años en este campo, explica que hasta el laboratorio llegan anualmente entre 200 y 250 casos y que más de la mitad resultan ser suicidios, un porcentaje que no ha variado sustancialmente a lo largo de los años.

Pero también asesinatos, homicidios, accidentes de caza, para cuya resolución es fundamental llevar hasta el microscopio las muestras recogidas en la investigación.

En el caso de residuos de disparo las muestras se analizan en el laboratorio con el microscopio electrónico para detectar las minúsculas partículas compuestas por plomo, antimonio y bario (con un tamaño entre 0.5 y 10 micras) que relacionan el lugar de donde fueron tomadas, con un disparo.

Los microscopios desempeñan un papel clave en este proceso, pues su rango de trabajo (de hasta 5.000 aumentos) permite localizar dichas partículas y determinar su composición. Una vez son detectadas y analizadas, se toma una imagen junto a su espectro, que indica la composición.

Aunque son muchos los casos -procedentes de cualquier parte del país-, algunos de los que han llegado hasta la "lupa" de los agentes son muy conocidos, entre ellos uno de los más recientes: el del guardia civil que murió en octubre pasado al ser disparado por un delincuente habitual con el que mantuvo un forcejeo tras darle el alto durante un control rutinario en Huétor Vega (Granada).

Los asesinatos cometidos por el serbio Norbert Feher, Igor el Ruso, que ahora hace un año mató en Teruel a un ganadero y a dos guardias civiles; los del conocido atracador Jaime Giménez Arbe, alias el Solitario, o los de Alfredo Galán, el Asesino de la Baraja, son otros importantes casos que ha requerido la participación de este área del Servicio de Criminalística del instituto armado.

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En el laboratorio también se hacen estudios de la distancia a la que tuvo lugar el disparo, se determina su trayectoria y se averigua por dónde ha entrado y por dónde ha salido.

Según el capitán, el análisis de cada muestra puede llevar hasta tres horas de trabajo, por lo que es habitual que sobre la mesa de estos agentes haya un importante número de informes pendientes que van saliendo poco a poco para incorporarse al proceso judicial.

Otra de las técnicas en la que está especializado el laboratorio es el estudio forense de lámparas de vehículos implicados en accidentes de tráfico.

Mediante esta técnica es posible determinar el estado en el que se encontraban las luces de un vehículo en el momento del accidente.

Finalmente ,esta equipación de alta tecnología permite el estudio de diversos indicios, como el análisis de explosivos, joyas, monedas, pinturas y otros, siempre a requerimiento de las unidades que llevan a cabo las correspondientes investigaciones.