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JUICIO PROCÉS (Crónica)

Pacifistas practicantes

Como pacifista practicante se ha mostrado hoy en el juicio del procés Raül Romeva, exconseller de Exteriores, de cuya boca no han dejado de salir dos palabras: cívico y pacífico. Las mismas que poco antes resonaban en el Tribunal Supremo, esta vez por boca del abogado de Jordi Turull, otro de los procesados.,Y es que escuchando los testimonios de ambos acusados y los alegatos de sus letrados, no queda lugar a dudas de por dónde va la estra

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 19:32

Rafael Martínez y Sagrario Ortega

Como pacifista practicante se ha mostrado hoy en el juicio del procés Raül Romeva, exconseller de Exteriores, de cuya boca no han dejado de salir dos palabras: cívico y pacífico. Las mismas que poco antes resonaban en el Tribunal Supremo, esta vez por boca del abogado de Jordi Turull, otro de los procesados.

Y es que escuchando los testimonios de ambos acusados y los alegatos de sus letrados, no queda lugar a dudas de por dónde va la estrategia de la defensa de los procesados en esta causa: probar que en el 1-O ni se llamó a la violencia ni se practicó por parte de los promotores del referéndum.

Si minutos antes el abogado de Turull, Jordi Pina, leía un número nada desdeñable de tuits "pacifistas" de su defendido y ponía especial énfasis en la palabras cívico y pacífico, a la defensa de Romeva, el letrado Andreu Van Den Eynde, le ha costado muy poco colocar a su defendido en ese terreno del pacifismo practicante.

Porque la única violencia que en todo ese proceso del referéndum vio Romeva fue la "incomprensible e injustificada" de las fuerzas de seguridad del Estado, a la que la ciudadanía opuso una resistencia pasiva.

No merece la pena ser violento, a tenor de los datos que ha aportado Romeva en su declaración. Objetor de conciencia en los tiempos en que aún existía el servicio militar y con la cultura por la paz como bandera, el exconseller ha echado mano de algunos estudios y ha puesto sobre la mesa uno que concluye que usar la violencia es "descartable y poco inteligente".

De este modo, solo un 26 por ciento de los proyectos que utilizan la violencia para perseguir sus objetivos tiene éxito. Un 53 por ciento, fracasa, como ha ilustrado al tribunal el exconseller.

Aferrado al Junquerismo, pero sin manifestar su amor por España como hizo su compañero, Romeva ha impartido una clase magistral sobre el independentismo y el derecho a la autodeterminación que, aplicado a lo que ha definido como "el caso catalán" le llevo a convertirse en independentista.

Romeva se ha presentado en este "juicio político" como "preso político", aunque su arrancada ha sido menos pasional que el exvicepresidente, muy presente en su declaración con constantes alusiones al jerarca de ERC. Recurrente ha sido su coletilla al comienzo de cada frase: "como dijo el señor Junqueras....".

Simpatizante de "la causa catalana", comparte con Junqueras abogado, quien al igual que hizo con el exvicepresident ha introducido a Romeva no como un acusado, sino como si fuera un ponente, dispuesto a sentar cátedra como "hombre de paz" curtido durante años en el derecho europeo e internacional, como así se ha esforzado en recordar el procesado.

Pero un hombre de paz laico, pues no ha tirado de referencias religiosas para proclamar el pacifismo de la sociedad catalana. Lo suyo ni ha sido un mitin, sino la revelación de una doctrina democrática asimilada durante años que, trasladado a Cataluña, le ha llevado a no ser, sino estar independentista. A una conversión.

"Me defino fundamentalmente como un demócrata, un republicano y un europeísta. Circunstancialmente estoy independentista", ha dicho Romeva, que ha tirado de su versión más curricular para exponer "su proyecto político" en base a años de trabajo en política internacional. La república catalana solamente es su última parada.

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Quizás por ello tampoco ha necesitado tirar de papeles o documentos en la mesa -como han hecho otros acusados, pero no Junqueras- pues lo suyo ha sido la asunción interna de una realidad independentista en Cataluña que tuvo su punto de inflexión en la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut.

Y de esas lluvias llegaron estos lodos. Pero llegaron sobre todo, según su opinión, porque "los que tenían que hacer política, no la hicieron".

Por eso, se ha permitido invitar al tribunal a devolver "esta carpeta" y dejarla donde no tenía que haber salido.

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