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ANIVERSARIO 23F (Entrevista)

López Garrido cree que Tejero "se cargó el golpe" porque no quiso negociar

Diego López Garrido vivió en primera línea el 23F ya que en 1981 era letrado del Congreso, donde estuvo retenido durante seis horas hasta que le echó a la calle el mismo Tejero, del que asegura que "se cargó el golpe" porque no quiso negociar "absolutamente nada" y ello hizo inviable la asonada.,El ahora vicepresidente de la Fundación Alternativas, que fue portavoz socialista en el Congreso entre 2006 y 2008, además de secretario de Estado para la UE, coinc

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 13:31

Antonio del Rey

Diego López Garrido vivió en primera línea el 23F ya que en 1981 era letrado del Congreso, donde estuvo retenido durante seis horas hasta que le echó a la calle el mismo Tejero, del que asegura que "se cargó el golpe" porque no quiso negociar "absolutamente nada" y ello hizo inviable la asonada.

El ahora vicepresidente de la Fundación Alternativas, que fue portavoz socialista en el Congreso entre 2006 y 2008, además de secretario de Estado para la UE, coincide con muchos otros que estaban en la Cámara en el asalto en que los tiros de los guardias civiles le hicieron pensar que iba a morir inmediatamente.

Una experiencia "terrible", relata cuatro décadas después, cuando ya ve todo aquello como algo superado y lo interpreta como el "precio" que se tuvo que pagar por una transición pacífica a la democracia, en la que no hubo "depuración" de nadie por sus ideas.

PREGUNTA.- Este año se cumple el 40 aniversario del golpe de Estado del 23F. Usted estuvo aquel día en el hemiciclo. ¿Ha cambiado su recuerdo de aquellos hechos con el paso del tiempo? ¿Cómo evoca lo acontecido en el hemiciclo y todo lo que rodeó aquel episodio?

RESPUESTA.- Mi recuerdo desde el punto de vista político es que aquello fue expresión de un cierto precio que se tuvo que pagar por el hecho de que la Transición fuera absolutamente pacífica, en la que no hubo depuración de nadie por sus ideas. La clave fue la Ley de Amnistía, y era de esperar que en algunos sectores muy ligados al franquismo, en parte civil y en parte militar, hubiera movimientos como los que desembocaron en aquella sesión aberrante.

Fue el precio que se tuvo que pagar por la Transición. Franco se murió en la cama y no hubo suficiente fuerza para la ruptura política. Afortunadamente el golpe es algo absolutamente pasado, sobrepasado, lejano, consecuencia de ese momento histórico.

Yo estuve dentro del hemiciclo y fue terrible. La gente se creía, cuando vieron gente corriendo por los pasillos del Congreso, que había entrado la Guardia Civil persiguiendo a un comando de ETA. Pero yo acababa de terminar mi tesis sobre la Guardia Civil, conocía a Tejero y me di cuenta de que aquello era un golpe de Estado.

Estuve seis horas dentro y luego me echó Tejero cuando vio que era funcionario, a mí y a otro letrado compañero mío. Cuando salimos entraba por la puerta el director de la Guardia Civil, José Luis Aramburu Topete, el general Alfonso Armada, para negociar con Tejero. Pero él no quiso negociar y fue el que se cargó el golpe de Estado, al no querer negociar absolutamente nada.

Además, cuando salía de allí pensaba que el golpe había triunfado, pero al ver en la plaza de Neptuno al periodista José María García emitiendo los sucesos para la radio desde un coche supe que no había golpe.

Personalmente fue la peor situación de mi vida. Estaba convencido de que iba a morir porque creí que estaban matando a todos y que el siguiente era yo. Únicamente pensé en mis hijos, tan pequeñitos, que iban a quedarse huérfanos.

P.- ¿Le parece que la sociedad española de hoy -y sobre todo por parte de los más jóvenes- es consciente de la trascendencia que la intentona tuvo para la consolidación de la democracia en España? Cuarenta años después, ¿es su calidad deficiente, como apunta el vicepresidente Pablo Iglesias junto a las fuerzas independentistas?

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R.- La importancia sobre la democracia se tiene de forma más intensa en mi generación que en la que ahora tiene 20 o 30 años. Yo viví la dictadura y la democracia, y no hay color. Para nuestra generación pasar del franquismo a la democracia fue una conquista fantástica. Para la gente de 20 o 30 años la democracia es una cosa natural porque no conciben otro régimen ni se plantean otra cosa.

Y lo que dice Pablo Iglesias no tiene sentido. Claro que España es una democracia. Tiene problemas, como todos los regímenes democráticos. Los problemas existen y la cuestión es cómo se resuelven, y en España se resuelven democráticamente.

P.- ¿Cuál es la mayor lección que, con la perspectiva del tiempo transcurrido, se puede extraer de lo ocurrido en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981?

R.- La lección es que es muy importante la educación democrática en todos los aspectos. La educación de la ciudadanía en los colegios, las universidades, para hacer ver la importancia de la democracia como forma de vida y de los derechos humanos. También en las academias militares y en los centros formativos de las Fuerzas de Seguridad. La clave es que hace falta educar, siempre educar en democracia, porque el último seguro para la aplicación de las leyes está en la educación correcta de las Fuerzas Armadas y de seguridad.

P.- La reciente difusión de conversaciones mantenidas en una red social por un grupo de militares en la reserva ha reavivado el fantasma del golpismo en España. ¿Existe este riesgo en la España de 2021?

R.- Ninguno. La actuación de estos exmilitares es cobarde, está hecha sobre la idea de que aún son militares y aún van a poder influir sobre compañeros en activo, pero no tienen la más mínima capacidad de influencia.

P.- El aniversario da pie a hablar nuevamente de las incógnitas que aún persisten en torno al golpe. ¿Son tantas como sostienen algunos? ¿Se sabe, en lo fundamental, la verdad de lo acontecido?

R.- Habrá cosas que no se sepan. Siempre hay en ese tipo de conspiraciones elementos y conexiones de las que es imposible saberlo todo. Lo esencial sí se sabe. Lo esencial es que había un malestar en sectores antidemocráticos que querían una dictadura y se equivocaron de país.

P.- En este sentido, son recurrentes las sospechas lanzadas desde algunos ámbitos sobre el papel que desempeñó el rey Juan Carlos, ahora criticado por otros motivos. ¿Están en su opinión motivadas las dudas sobre su actitud en defensa de la Constitución?

R.- Para mí no hay ninguna duda. El ahora rey emérito actuó como había que actuar, con inteligencia, moderación y con la Constitución. No hay ninguna duda al respecto. No veo por qué razón el rey iba a estar a favor de la vuelta al franquismo. Es algo insostenible. Su actuación fue impecable, hizo lo posible para que se crease un Gobierno paralelo de subsecretarios mientras el Congreso estaba secuestrado, luego salió por televisión y utilizó su influencia en las Fuerzas Armadas a favor de la democracia. EFE

adr/ros

(Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Código 8822228 y otros)

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