El escenario público puede jugar una mala pasada a cualquiera. Sobre todo si se trata de un personaje político, ya que este está permanentemente en el foco. En muchas ocasiones, olvidas lo que dijiste o hiciste hace años y tu opinión o interés puede haber cambiado. No es el mismo, en especial, por la tendencia que tienen las personas que suelen estar atentas a tus declaraciones. Agradar, por tanto, sus demandas parece un requisito indispensable y pesa mucho más que contradecir lo que en su momento dijiste.

Nadie ha querido escapar de la polémica abierta por la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. El expresidente español José Luis Zapatero tampoco se ha resistido y ha afirmado que "un dictador no puede estar en un lugar de honor". Además, de reconocer que esta próxima exhumación es algo "extremadamente positivo" que "hace a la democracia más fuerte".

Lo único es que Zapatero olvida su comportamiento durante ante años con el régimen de Venezuela. Liderado actualemente por otro dictador como Nicolás Maduro. Personaje público con el que se ha reunido y ha estrechado lazos. En muchas ocasiones, Zapatero ha actuado como nexo entre ambos países, pero no para ayudar a la parte oprimida del enclave sudamericano, sino para entablar conversación con la parte opresora y otorgar así un lugar más importante al dictador que a la democracia. Una que ahora está por delante, precisamente, al contrario que hace unos años. Es más, José Luis Zapatero ha llegado a pedir a la oposición venezolana que apoye a Maduro porque este había asegurado respetar lo acordado con él. Algo que evidentemente no ha hecho.