La dirección de Cs ha descartado un congreso extraordinario tras el desastre de las elecciones catalanas y ha reprochado a los sectores críticos agrupados en torno a Renovadores Cs que aprovechen la coyuntura para hacer daño al partido.

"No es el momento de congresos", han señalado fuentes de la dirección, porque no ha pasado ni un año desde que se celebró el cónclave que confirmó a Inés Arrimadas en la Presidencia de Cs y si quieren plantear una moción de censura, han señalado, están en su derecho de hacerlo si cumplen los requisitos previstos en los Estatutos.

Una de las cosas que hoy ha pedido Renovadores Cs es el relevo del candidato a las catalanas, Carlos Carrizosa, cuyo liderazgo, como el de Inés Arrimadas no ha cuestionado nadie del comité ejecutivo, y también "cambios profundos" en la dirección estatal o, de lo contrario, podrían plantear un congreso.

Esas ideas de forzar un cónclave, han señalado, parten del mismo sector, del entorno del senador Fran Hervías, han dicho, y precisamente lo que les ha dolido es que provengan de una persona que sigue en el partido ostentando un cargo.

Otra cosa son las voces que se alzaron durante el comité ejecutivo del lunes, en las que hubo dirigentes que responsabilizaron al director de la campaña del desastre, Carlos Cuadrado, como la vicealcaldesa de la capital, Begoña Villacís, o el coordinador de la Comunidad Valenciana, Toni Cantó, que pidió directamente su dimisión.

Al final, todos apostaron por Arrimadas, pero "ahora falta que decidan si están con las decisiones que tome Inés", han subrayado las mismas fuentes, para dejar claro que la presidenta de Cs no es ningún títere en manos de Cuadrado, que es además su vicesecretario primero, como han asegurado algunos discrepantes con la estrategia.

En todo caso, han restado importancia a esas diferencias dentro del comité porque forman parte del debate interno. "Aquí se puede opinar y se escucha a la gente", han afirmado las fuentes de la dirección que no prevén cambios ni en la estrategia ni en los cuadros de mando, como reclamaron algunos.

Sobre las peticiones que hubo de que se ampliará el núcleo duro de Arrimadas, han señalado que no está sobre la mesa aunque han dejado caer que algunos se quejan de que no están en ese círculo pero a la hora de la verdad son conscientes de que tienen responsabilidades en sus comunidades que se lo impiden.

Hubo también quejas de que no eran escuchados, pero, según estas fuentes, Arrimadas llama a los dirigentes territoriales cada semana, algo que no hacía Albert Rivera.

Lo que no entienden es que el objetivo sea hacer daño al partido, como creen que pretende los afines a Hervías, cuando todo el mundo sabía, han insistido, que el resultado de las catalanas iba a ser así si la participación era sobre el 50 por ciento.

En ese sentido, han asegurado que cuando Cs dio el salto fuera de Cataluña para implantar el partido a nivel nacional, una decisión que "fue buena" y que incluía que Arrimadas dejara el Parlament para acompañar a Rivera, desde ese mismo momento empezaron perder votos allí.

Sacrificaron Cataluña en favor de un proyecto más ambicioso, que se reflejó en las elecciones del 28 de abril y en las autonómicas y municipales de mayo de ese mismo año, aunque luego vino el tremendo batacazo del 10 de noviembre.

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Ese es el punto de partida que la dirección piensa que se tiene que tomar como referencia para explicar también la debacle en las catalanas del domingo, en las que pasaron de 36 a seis diputados.

Precisamente, el apoyo electoral que ha tenido Cs el 14F, un 5,57 por ciento de los votos, es muy similar al que logró en Cataluña en esas ultimas generales del 10 de noviembre (un 5,66 %).