La ministra de Educación y Formación Profesional (FP), Pilar Alegría, ha señalado este sábado que "hacer regalos fiscales al 0,2% de las personas más ricas de este país no es bajar impuestos" en contra de lo que a su juicio pretende hacer ver el PP, que defiende "intereses" de la clase privilegiada.

En la XI Fiesta Socialista de Galicia celebrada en Oroso (A Coruña), a la que tenía previsto asistir el presidente Pedro Sánchez, que finalmente no ha acudido por su positivo en covid, Alegría ha arremetido contra un Partido Popular al que ve "empeñado" en dinamitar el estado de bienestar a base de "prometer" bajadas de impuestos con trampa.

La ministra ha defendido un estado del bienestar sólido, fuerte, donde todos y cada uno tengan igualdad de oportunidades, contrapuesto al que pretende, a su entender, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que camina hacia un estado del bienestar "más delgado, cada vez más famélico".

Así las cosas, ha animado Alegría a cambiar la carrera de algunas comunidades autónomas y en lugar de centrarse en el debate fiscal ha pedido que compitan, por ejemplo, por ver quién tiene mejores políticas sociales, porque por ahora la competición en la que han entrado es "competir para ver quién da más regalos fiscales a los ricos", ha ahondado.

En Sigüeiro, en el área recreativa de Penateixa, donde se han juntado dos millares de personas, entre ellas la presidenta navarra María Chivite, la ministra Alegría ha dado a todos, en la parte más personal de su discurso, un "afectuoso y cariñoso abrazo" de parte de Sánchez, del que ha comentado que a buen seguro visitará Galicia en cuanto pueda.

Ha descrito también este último tiempo como "complicado", salud aparte, al estar encima de la mesa "importantes medidas" y delante una oposición que define como "frentista y negacionista", algo en lo que ha coincidido el secretario general del PSdeG, Valentín González Formoso, que ve una oposición "ruin, cicatera" y con poca "altura de miras".

Si Formoso veía a Pablo Casado inmerso en una política "casposa", ahora observa a Feijóo, el sucesor, con artes "de muy mala fe" y una práctica "irresponsable" de su liderazgo.