María Vicente

El desembarco pleno de la mujer en el mundo del trabajo, con seis millones más de trabajadoras, y la profunda transformación del empleo de una España más agraria e industrial a una sostenida por el sector servicios han marcado el mercado laboral en los 40 años de vida de la Constitución.

Cuando se aprobó la Carta Magna, en 1978, España se encontraba al borde de la recesión, con la inflación disparada, una fuerte conflictividad laboral y un volumen de parados que, aunque con una tasa que era la mitad del actual 14,5 %, crecía a un ritmo del 30 % anual.

La población activa de 1978 era la mitad de la actual y el empleo, eminentemente masculino (72 % del total).

La presencia de la mujer en el mundo del trabajo ha crecido de la mano de una evolución de los diferentes sectores del mercado laboral, que hace 40 años lideraba un menos potente sector servicios y en el que industria y agricultura generaban la mitad del empleo.

Esta situación ha evolucionado con una caída del empleo en aquellos sectores más masculinizados, frente al potente aumento del sector servicios, que hoy representa el 76 % de la ocupación y en el que la mujer ya es mayoría.

Además, a finales de los años 70 se perdían 177 millones de horas de trabajo por huelgas, siete veces más que en la actualidad, lo que refleja un mercado laboral más estable, algo a lo que contribuyó de manera esencial el reconocimiento que la Constitución hace a los interlocutores sociales y a la negociación colectiva.

La Carta Magna sentó un marco de diálogo y concertación social que ha permitido "canalizar voluntades e intereses diversos, a veces incluso contrapuestos", explica a Efe el presidente de Cepyme y próximo presidente de CEOE, Antonio Garamendi, que piensa que fue algo decisivo en "la mejora de la competitividad de la economía y de las condiciones de trabajo".

Y es que el marco normativo que sentó la Constitución llevó a la firma de "múltiples e importantísimos" acuerdos que han permitido pasar "de un mercado laboral más rígido a otro más abierto, dinámico y más cercano al de otros países del entorno", asegura por su parte el presidente de la patronal, Juan Rosell.

El primero de ellos fue el Acuerdo Básico Interconfederal (ABI), que sentó las bases de las relaciones laborales, reconociendo la autonomía de los interlocutores y la presencia y organización de las organizaciones sindicales y empresariales, recuerda a Efe quien fuera secretario general de UGT entre 1976 y 1994, Nicolás Redondo.

Posteriormente, se firmó el Acuerdo Marco Interconfederal (AMI), "el prototipo de lo que es hoy en día el acuerdo para el empleo y la negociación colectiva, incorporando ya recomendaciones en cuanto a salarios, representación de los trabajadores en la empresa, productividad o absentismo", explica Redondo.

Pero la principal norma laboral aprobada en esa época fue el Estatuto de los Trabajadores, que no obstante presentó desde el principio algunas deficiencias, a las que se sumaron un sinfín de reformas, la mayoría "regresivas", afirma el secretario general de CCOO desde 2008 a 2017, Ignacio Fernández Toxo.

Con estos mimbres, en los primeros años de vida de la Carta Magna se suceden varias conquistas de derechos laborales, como la jornada de 40 horas semanales, frente a las 44 horas preexistentes, o los 30 días de vacaciones pagadas, según relata el secretario general de UGT entre 1994 y 2016, Cándido Méndez.

Pero estos logros, asegura Méndez, fueron consecuencia de la presión de la calle en la huelga de 1985 convocada por CCOO contra la reforma de las pensiones y en la de 1988, la mayor que ha vivido España, en la que 8 millones de trabajadores protestaron contra la reforma laboral del Gobierno de Felipe González.

Ya en los años 90, tuvieron lugar el paro contra el llamado "Decretazo en 1992, que recortaba las prestaciones de desempleo, y la huelga de 1994, contra una reforma laboral que flexibilizaba el mercado de trabajo, abarataba el despido y limitaba la negociación colectiva.

Entrado el nuevo siglo, el mercado laboral crecía y se encontraba en un periodo de acuerdos y avances en algunos ámbitos como la salud laboral o la formación continua, aunque también ante políticas restrictivas de privatizaciones y recortes sociales, que generan algunas movilizaciones contra el Gobierno del PP.

Al fuerte crecimiento de la afiliación de esta época, que roza los 21 millones de ocupados en 2007, contribuyó la llegada de inmigrantes, recuerda Méndez, el "tercer cambio laboral más importante de los últimos 40 años, ya que aportó rejuvenecimiento y savia nueva a la clase trabajadora".

La crisis desencadenada en 2008 ha sido una de las etapas más duras de la historia reciente en el ámbito laboral así como en el social, generando un fuerte incremento del paro, reducción de salarios y congelación de pensiones.

A esta situación contribuyó la reforma laboral de 2012, tal y como reseña el actual secretario general de UGT, Pepe Álvarez, dejando "hoy en día un mercado laboral en una situación crítica, donde el trabajo temporal y precario sobresale al resto".

Este "estrés" al que se ha sometido al mercado laboral "hace que a día de hoy sea muy discutible que se mantenga la vigencia de los principios constitucionales", dice el secretario general de CCOO, Unai Sordo, por lo que insta a una "revisión de calado" de las normas laborales para adaptarnos a los retos del siglo XXI.