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La UE coincide con Garzón en el daño ambiental de la alimentación de España

Un estudio de la Comisión Europea y del Ministerio de Consumo que dirige Alberto Garzón sostiene que el principal impulsor de los daños ambientales generados por una persona en España viene de la alimentación, de la forma de consumir alimentos, sobre todo carne.

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 12:47

Un estudio de la Comisión Europea y del Ministerio de Consumo que dirige Alberto Garzón sostiene que el principal impulsor de los daños ambientales generados por una persona en España viene de la alimentación, de la forma de consumir alimentos, sobre todo carne.

En concreto, el 52 % del daño ecológico de la 'huella de consumo' del país se produce en el ámbito de la alimentación, un 26 % más que en la UE, según el informe "Sostenibilidad del consumo en España", que han presentado sus autores en un acto encabezado por Alberto Garzón y de forma virtual por el director general adjunto del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, Stephen Quest.

El informe gira sobre esa 'huella de consumo', un indicador que mide los daños ecológicos del consumo de bienes al margen de dónde hayan sido producidos, si dentro o fuera del país, y está elaborado por investigadores de ambas partes durante el último año y medio.

Analiza el periodo entre 2010 y 2018 y llega pocos meses después de la polémica creada por las declaraciones del ministro sobre el efecto del consumo de carne y sus críticas a las macrogranjas y la ganadería intensiva.

Ahora, las conclusiones del mismo constatan, según se señala, que los impactos ecológicos asociados a los alimentos, sobre todo se deben al carácter altamente intensivo e industrial que presenta el sistema agropecuario, fuertemente dependiente del uso de recursos fósiles, de fertilizantes químicos y de grandes cantidades de agua.

La 'huella de consumo" contempla las cargas e impactos ambientales de los bienes importados, como por ejemplo de los piensos, que vienen a España en gran medida de Latinoamérica, donde hace falta en ocasiones deforestar, y por ello ésta ha aumentado en el periodo analizado.

Sin embargo, la 'huella interior', la que se produce en el propio territorio nacional, disminuyó en la mayoría de los impactos ambientales evaluados porque los daños para consumir lo que queremos se han producido fuera.

En 2018, la alimentación, no lo tubos de escape ni las fábricas, fue el principal vector en la mayoría de los 16 indicadores de impacto ecológico analizados en el informe, especialmente en la eutrofización terrestre -81,6 %- y marina (79,6 %), es decir en el proceso de contaminación de las aguas por exceso de nutrientes procedentes de actividades, como agricultura y ganadería.

La alimentación también pesó en el agotamiento de la capa de ozono (un 79,6 %) y los usos del suelo (76,7 %), y contribuyó a la acidificación (73,7 %) y el uso de agua (72,3 %).

Ante esta evidencia científica "no se no puede mirar hacia otro lado", según Garzón, que ha incidido en la necesidad de vivir "dentro de los limites del planeta" y de consumir una alimentación que impacte de forma positiva en su salud, además de en la individual.

Para cambiar esta situación y conseguir una mayor sostenibilidad, Garzón ha abogado por cambios de patrones en la alimentación y ha apostado por la dieta mediterránea.

Sustituir el 25 % de productos de origen animal por otros de procedencia vegetal haría disminuir en un 20 % impactos ambientales, como el agotamiento de la capa de ozono o la eutorofización terrestre y un 15 % otros como la emisión de partículas y el cambio climático.

Si se sustituyera el 50 %, la rebaja en esos impactos sería de entre el 30 y el 40 %, lejos de las que se conseguirían con mejoras en los escenarios del reciclaje, la reutilizacion y la reparación (entre un 1 % y un 5 %), porque según se desprende se parte de una buena base.

Tras la alimentación, el estudio apunta a otras dos áreas como las mayores generadoras de impactos: la movilidad, que supone el 17,1 % de la 'huella de consumo' (especialmente asociado al uso del coche privado), y la vivienda, con el 16,2 % (vinculado al consumo de energía por calefacción y aire acondicionado).

Las tres áreas suman más de cuatro quintas partes de toda la 'huella de consumo' en España en 2018, el 85,3 %.

Los bienes del hogar (el 9,6 %) es la cuarta área y la quinta los electrodomésticos (el 5,1 %), que 'tocan' en demasía a los recursos minerales y metales (el 47 %) dada la alta demanda de materias primas que llevan aparejados sus componentes y equipamientos.

La movilidad en lo que influye de forma sustancial es en el agotamiento de la capa de ozono y el uso de recursos fósiles, y la vivienda, en la emisión de radiación ionizante y la eutofización del agua dulce.

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