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Una 'flauta mágica' colorida y cinéfila despierta sonrisas y aplausos en su estreno en el Teatro Real

Una flauta mágica colorida y cinéfila despierta sonrisas y aplausos en su estreno en el Teatro Real

Europa Press

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 20 ene 2020

La obra, que ya se interpretó hace cuatro años en el coliseo madrileño, vuelve a triunfar en su regreso

La desapacible tarde invernal que se ha vivido en Madrid se ha topado con el ardor de un público entregado en el Teatro Real al término del estreno de 'La flauta mágica', de Wolfgang Amadeus Mozart, que ha finalizado entre aplausos y sonrisas, una obra trufada de continuos guiños al cine mudo, al cabaret o al cómic, y que sigue la estela del buen sabor que dejó hace cuatro años entre espectadores y crítica, cuando se interpretó por última vez en el Coliseo madrileño.

Concebida por Suzanne Andrade, Paul Barritt y Barrie Kosky, una de las peculiaridades de esta 'flauta mágica' radica en su montaje, creado en la Komische Oper, en el que se alude al cine alemán de la República de Weimar y al Berlín de los años 1920, centro creativo importante en el terreno de la cultura, el cabaret, el cine mudo y el de animación, mientras que la creativa puesta en escena del director australiano Barrie Kosky, estrenada en la Ópera Cómica de Berlín en 2012, sitúa a los personajes en una escenografía 'virtual' reducida a una pantalla en el escenario.

De este modo, la obra carece de decorados y los cantantes interactúan durante casi tres horas con las proyecciones de una película de animación que recrea la historia de amor entre el príncipe Tamino y la joven Pamina, hija de la malvada Reina de la Noche, un relato lleno de ritmo, humor e imaginación, donde los protagonistas son una prolongación de las imágenes animadas, entre reminiscencias del Harold Lloyd de "El hombre mosca", los dibujos animados, el cómic de los años 30 y el "pop art" a lo Lichenstein.

Esta adaptación envuelve a 'La flauta mágica' de múltiples capas interpretativas, que van desde el cuento infantil a la reflexión filosófica, así como de referencias estéticas (del cine surrealista al cómic), y guiños cómplices al espectador. Así, tras ser rescatado de una peligrosa serpiente, Tamino debe recorrer un tortuoso camino que lo llevará de la oscuridad a la luz y le permitirá alcanzar el conocimiento, la razón y la verdad de la mano del sacerdote de Isis, Sasastro, que invita al "hombre natural" a convertirse en "espiritual", al dejar de lado el miedo, el instinto y la sumisión a favor del coraje, la lealtad, el amor y la razón, un mundo en el que Papageno representa al individuo abandonado al instinto.

Durante toda la historia, todo el elenco se mueve entre imágenes que brotan, resbalan o explotan sobre ellos y reaccionan a sus movimientos de forma sincronizada pues se usan todos los elementos propios del cine mudo: el gesto acentuado, el piano de acompañamiento y los subtítulos entre las escenas. Por ello, esta adaptación ofrece un ritmo endiabladamente ágil, que aúna en el escenario la frescura del gag (como cuando Papageno quiere comer un pollo que desaparece siempre que está a punto de hincarle el diente) con una precisión de relojería en su coordinación con la proyección de los dibujos, como cuando los personajes van a la carrera o parecen subir y bajar en un escenario siempre inmóvil.

Por otro lado, en las partes habladas de la ópera (un singspiel, que mezcla texto hablado y cantado), los diálogos aparecen proyectados en carteles, acompañados al pianoforte por Ashok Gupta, que interpreta fragmentos de la Fantasía en Do menor de Mozart.

A la función de este domingo en el Teatro Real, ante un auditorio lleno, con gran presencia de público infantil y juvenil, han acudido numerosas personalidades como el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos; el presidente del Consejo Asesor del Teatro Real y Premio Nobel Mario Vargas Llosa; el exprimer ministro de Francia, Manuel Valls; el arquitecto y académico de Bellas Artes, Rafael Moneo; el embajador de Japón en España, Hiramatsu Kenji; la directora general del INAEM, Amaya de Miguel; el presidente de Renfe, Isaías Táboas; el director general de IFEMA, Eduardo López-Puertas; el presidente de EY, Federico Linares; la consejera cultural de la Embajada China, Liu Wenkiu; el exmnistro de Justicia, Rafael Catalá, el director de cine Pedro Almodóvar o Isabel Preysler, entre otros.

PAPAGENO COMO BUSTER KEATON

En esta adaptación, los personajes mozartianos se presentan como referentes cercanos, como un galán a lo Rodolfo Valentino en el caso de Tamino (aclamado Stalisnas de Barbeyrac), una princesa pizpireta como Louise Brooks (Pamina, aplaudidísima Annet Fritsch), un malvado caracterizado como el terrible Nosferatu (Monostatos, interpretado por Mikeldi Atxalandabaso), un torpe e ingenuo cruce de Buster Keaton en 'El colegial' y el Chaplin de 'Tiempos modernos" (Papageno, protagonizado por Andreas Wolf, despedido entre aplausos y que ha hecho brotar más de una sonrisa a lo largo de su interpretación ) o una Papagena (Ruth Rosique) que emula al personaje de ficción Sally Bowles, inspirada en la cantante Jean Ross.

Por encima de todos ellos, encarnando el bien y el mal, se sitúa Sarastro -- Andrea Mastroni, caracterizado entre una mezcla de Abraham Lincoln y el Doctor Caligari-- y la maquiavélica y arácnida Reina de la Noche (interpretada por la soprano Rocío Pérez, tras sufrir un proceso gripal Albina Shagimuratova) , que ha despertado la ovación del público con su aria del segundo acto, la más conocida de la obra.

El director musical de Teatro Real, Ivor Bolton, se ha situado al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real y de los Pequeños cantores de la JORCAM, así como del doble reparto que se alterna en las representaciones dando vida a los personajes principales que también son interpretados por Rafal Siwek (Sarastro/Orador), Paul Appleby (Tamino), Albina Shagimuratova y Aleksandra Olczyk (La Reina de la Noche), Olga Peretyatko (Pamina) y Joan Martín-Royo (Papageno), secundados por las tres damas de Elena Copons, Gemma Coma-Alabert, Marie-Luise Dreen y los dos hombres con armadura interpretados por Antonio Lozano y Felipe Bou.

Es la cuarta vez que 'La flauta mágica' llega al reinaugurado Teatro Real, tras su paso en 2001 (Frans Brüggen / Marco Arturo Marelli), 2005 (Marc Minkowski / La Fura dels Baus) y 2016, concebida por Suzanne Andrade, Paul Barritt y Barrie Kosky, la misma producción que llega este 2020, cuando se ofrecerán 13 funciones, patrocinadas por la Fundación BBVA, que finalizarán el 24 de febrero.

Dos siglos después de su estreno, este 19 de enero ha vuelto a quedar patente la vigencia de 'La Flauta Mágica' para conectar con el público, así como su humor y su derroche de creatividad. Curiosamente, la ópera no alcanzó fama fuera del ámbito cultural alemán hasta el siglo XX. En cuanto a su autor, apenas fue consciente de su impacto ya que Mozart falleció poco más de dos meses después del estreno.

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