Javier Herrero.

No fue fácil para los gallegos Triángulo de Amor Bizarro, banda señera del "indie" nacional, firmar el mejor disco español de 2020, a juicio de la prensa, y verlo languidecer en la nevera de la pandemia con apenas cinco conciertos cuando lo normal en su carrera es que se multipliquen por decenas.

"Sí, nos planteamos que para nosotros se podía haber acabado la música, que nos podíamos quedar descolgados, como les pasó a muchos otros grupos", reconoce a Efe al otro lado del teléfono Rodrigo Caamaño, uno de sus integrantes junto a Isabel Cea, Rafael Mallo y Zippo.

Esta semana publican el reverso musical del que fuera el último Premio Ruido de la crítica, "Triángulo de Amor Bizarro" (2020). Lo hacen bajo el nombre de "Triángulo de Amor Bizarro. Detrás del espejo, variaciones y ecos" (Mushroom Pillow), con quince artistas que dan la vuelta a sus canciones para forzar la evolución natural que habrían tenido en un año de conciertos y sin coronavirus.

"En marzo de 2020 tomamos la decisión de sacar el disco para que las canciones estuviesen en la calle, pero se rompió el ciclo normal de grupo, que es tocarlas luego ante la gente y que vayan cambiando con ellos", rememora Caamaño.

El grupo no podía ni reunirse ni ensayar, así que atendiendo a la "necesidad muy vital" de que esos temas "tuviesen recorrido", decidieron cogerlas y "transformarlas a lo bruto" con la "ayuda generosa" de colegas de profesión.

"Gente que respetábamos y que nos gustaban", puntualiza ante artistas como Sr. Chinarro, Aries o Biznaga. Al principio no pensaban ni en un disco completo cuando contactaron con Carolina Durante, Esplendor Geométrico, J (de Los Planetas) y Soleá Morente con un planteamiento común para todos: "Haz con ellas lo que quieras, destrúyelas o llévalas a tu lado".

Así fue como el proyecto de LP tomó forma en un proceso que reconocen como "liberador" no solo para ellos, que dejaron las canciones "volar a su destino sin intervenir", sino también para algunos de sus colaboradores.

"Uno de los pocos enfoques que teníamos era justo ese: vamos a quitar las canciones de su eje, a darles una hostia para sacarlas del círculo sobre el que gravita la banda, sin interesarnos tanto un producto acabado, que para eso ya estaba el disco, sino una expresión de los propios artistas que participaban, que se viese su huella", cuenta.

El resultado, se enorgullece, transita de "experimentos 'noise' capaces de derribar edificios a versiones superrománticas", con casos singulares como el de Boyanka Kostova, que ha convertido uno de los cortes en un "trap".

"Los artistas acabamos haciendo a menudo lo que se espera de nosotros. Pero esto ha permitido también que Sr. Chinarro, por ejemplo, haga una cosa muy tecnopop, que es un estilo que a él le flipa pero al que en sus discos nunca se aproximó", destaca.

Caamaño reconoce que verse "reflejados en un espejo diferente" les ha permitido a Triángulo de Amor Bizarro vislumbrar desde otro prisma sus propias letras, así como "caminos" musicales que hasta ahora no sabían cómo afrontar.

"Ahora escucho 'Ruptura' y los arreglos que me vienen la cabeza son los que ha hecho Erik Urano. También pasa con la de Soleá Morente, que creo que a Isa (Cea) la melodía la va a llevar probablemente más hacia ese lado", reconoce sobre la influencia de sus invitados.

Este verano se presenta mucho mejor para ellos que la pasada temporada estival, en la que solo hicieron "cinco o seis" actuaciones. "Lo que suponía en planificación un solo concierto y la posibilidad de que se cayera representaba tanto trabajo como antes hacer 15, algo completamente antinatural", señala.

"Hace solo un año nos planteábamos si íbamos a volver a dar un concierto y ahora cada uno que realizamos es como un reinicio, como un regalo", destaca el músico gallego, que por ejemplo actuará junto a sus compañeros el 22 de mayo como una de las estrellas del ciclo madrileño Tomavistas Extra.