De "El príncipe constante" Goethe llegó a decir en 1804 que, si toda la poesía del mundo desapareciera, sería posible reconstruirla sobre su base, un texto "indispensable", que sin embargo, no se había presentado nunca en el Teatro de la Comedia.

Así ha presentado la obra de Calderón de la Barca Lluís Homar, director del Teatro de la Comedia y protagonista, por primera vez, de una función en el teatro que dirige. "Nos sentimos muy orgullosos de traerlo", ha dicho este martes en rueda de prensa, sobre el espectáculo que se estrena mañana 17 de febrero.

El texto es un canto a la "libertad individual", un teatro universal que atraviesa todos los siglos y las épocas, un "alimento del alma", ha explicado.

Calderón descubre facetas del comportamiento humano no visibles hasta ese momento, conjugando la defensa de la libertad individual con aspectos del amor humano y su proyección hacia lo trascendente, frente a las imposiciones de la razón de estado.

La obra es un "regalo" para el espectador, ha señalado Homar.

Xavier Albertí, director de la obra, ha reconocido que "El príncipe constante" ha sido uno de sus textos de referencia y llevarlo a escena ha significado un "privilegio".

Una obra difícil de clasificar, escrita en 1629, que Albertí ha liberado de las estructuras clásicas de la época. La obra nos sitúa en el momento de la primera conquista europea sobre África y la necesidad de la Europa del sur de buscar nuevas rutas que rompían el imaginario del fin del mundo.

Una historia que narra la peripecia de los infantes de Portugal don Enrique y don Fernando que pretendían asaltar la ciudad marroquí de Tánger, pero caen derrotados y encarcelados en Fez; a partir de ahí se narran las penurias de don Fernando en su cautiverio hasta su muerte, que servirá para preservar la fe cristiana.

El texto analiza la lucha entre el islam y el cristianismo, "aunque no es una lucha entre culturas", de ahí que haya eliminado el orientalismo del vestuario, una obra con trasfondo "metafísico", en la que el verso se libera de las costuras métricas del teatro barroco.

"Si algo me ha emocionado es comprobar que la obra no es una pieza de museo", ha reseñado Albertí. "Es un viaje hacia el interior, una escuela para aprender a ser (...) en la que lo espiritual permanece con nosotros para liberarnos" de ser sujetos de producción o compra.

Albertí ha sido también compositor de la música, que no otorga contenidos emocionales, "sirve a arquitecturizar espacios" de la obra, que se integra en una escenografía "poética", casi desnuda.

El director de la obra ha resaltado el trabajo de Lluís Homar, "sin él nada de esto hubiera sido posible".

El actor Arturo Querejeta ha señalado que participar en el espectáculo ha sido un auténtico "regalo", a pesar de tratarse de un texto complicado, aunque lleno de poesía.

Mientras, la actriz Beatriz Argüello ha resaltado el trabajo en "absoluta desnudez" y la responsabilidad sobre cada uno de ellos, y eso les coloca "en un espacio de riesgo".

"Es algo emocionante lo que estamos viviendo. Hemos hecho un recorrido de vida" con un autor de la dimensión de Calderón, ha concluido Lluís Homar.