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BEEVOR LIBRO (Entrevista)

Para Antony Beevor en la tumba de Franco puede verse "el horror del fascismo"

Alfonso Bauluz

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 15:21

Alfonso Bauluz

El historiador británico Antony Beevor considera que "de alguna manera la tumba de Franco en el Valle de los Caídos es un monumento que debe ser visitado para ver los horrores del fascismo, más que (ser) destruido o vaciado".

En entrevista con Efe con motivo de la presentación de su última obra "La batalla por los puentes. Arnhen 1944. La última victoria alemana en la Segunda Guerra Mundial" (Crítica), el autor subraya la notable diferencia entre los enfrentamientos internos y las guerras de ocupación: "La división es mucho, mucho más profunda".

"Una guerra civil es diferente en un aspecto concreto, pues es más difícil convivir con el pasado", explica el autor de "La guerra civil española" y una de las mayores autoridades en la II Guerra Mundial.

El libro comienza en la liberada Normandía y se adentra en los Países Bajos, donde prosigue la desbandada alemana para situarse en la Holanda ocupada, el escenario de un duelo ahora revivido con materiales inéditos, como diarios de militares y memorias de civiles.

"Hay división" expone Beevor al reflejar la coexistencia con el colaboracionismo holandés encuadrado en el "Movimiento Nacionalsocialista".

Esos que sus compatriotas reflejan en sus diarios con las "cabezas gachas, ojos llorosos" prestos a la huida a una ya desfondada Alemania nazi en un recorrido que emprendieron 30.000 miembros y sus familias, según las cifras de Beevor.

Pero el miembro honorario del King College de Londres afirma que los mandos aliados consideraron el colapso y la huida una prueba del desmoronamiento de la voluntad de combate de los alemanes.

Además -subraya- calibraron equivocadamente el resultado del intento de asesinato en julio de 1944 de Adolf Hitler, pues en realidad supuso un mayor control del Ejército, la Wehrmacht, por el propio dictador y sus huestes de las SS.

Son las penurias de los soldados alemanes las que recupera Beevor de los escritos de los propios militares, pese a la prohibición de llevar diarios personales, las que mejor reflejan ese estado de ánimo, ocasionalmente levantado por el envío de suministros aliados, caídos del cielo, pero en las trincheras equivocadas.

Los soldados alemanes agradecen degustar café de verdad o la mantequilla desaparecida hacía mucho de sus raciones con la progresiva pérdida de los territorios ocupados.

Y es donde reside la fuerza del relato, en la reconstrucción visual de momentos de brutalidad, terror y ternura relatados por sus propios protagonistas.

Como el del zapador británico Tim Hicks quien escribió: "No le veía, pero podía oirle. Lloraba y gemía. Empezó un bombardeo y me cogió la mano y apretó con fuerza".

Resultó que su compañero de hospital era alemán y tenía poco más o menos su edad, 21 o 22 años.

Pero junto a los testimonios, Beevor vuelve a esta batalla en Holanda, magistralmente recreada por Richard Attenborough en el clásico "Un puente lejano" y recupera material inédito de los archivos de Cornelius Ryan en los que se basó la película.

Y también acude a los archivos militares y libros sobre los mandos de la "Operación Market Garden", algunos de ellos asociados ya a los rostros de Michael Caine, Sean Connery, Gene Hackman, Anthony Hopkins Robert Redford o Laurence Olivier, entre otros.

Y para algunos no hay compasión.

Especialmente el presuntuoso mariscal Bernard Law Montgomery a quien atribuye la máxima responsabilidad en el fracaso, que también obedece -recalca- a la disciplina alemana.

La falta de planificación o el desdén para las complicaciones en las operaciones aerotransportadas de Monty y, sobre todo, su vanidad son algunos de los ingredientes de un sonado fracaso militar.

Aderezado por las infames comunicaciones que dejaron a los paracaidistas aislados en tierra esperando en vano el auxilio del XXX Cuerpo de Ejército.

Plantear alcanzar los puentes por una única vía, la "Carretera del infierno" como la bautizaron los estadounidenses ,hubiera supuesto suspender el examen de Estado Mayor del Ejército holandés, como bien recuerda Beevor, que reivindica la memoria del general polaco Stanislaw Sosabowski.

Pese al desdén de sus camaradas aliados fue el único que abiertamente cuestionó una operación en la que los polacos acompañaron a las divisiones 82 y 101 aerotransportadas estadounidenses junto a la I aerotransportada británica.

El objetivo de asegurar los puentes con 35.000 paracaidistas lanzados tras las líneas alemanas para asegurar el paso del Rin por puente de Arnhem dejó en evidencia la pretensión de Montgomery de encabezar la ofensiva aliada sobre Alemania.

También su fatuidad. Esa misma que enfermaba a su "competidor" George Patton.

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